miércoles, 27 de diciembre de 2006

NO a los días "sanguche"

Bueno, ya está. Una menos. Queda una. Vamos que se puede.
Ya pasó la bendita Navidad, y al menos por cuatro días todo vuelve a funcionar en un nivel de mediana normalidad.
Aunque, en realidad, no sé que es peor.
Si, ya se. Al final nada me conforma.
No importa. El tema es que esta semanita "small" de cuatro días que queda en el medio me molesta; no sirve para un carajo, salvo para interrumpir y ponerle paños fríos al espíritu festejero.
Está al gas (para no decir "al pedo" que queda feo y ordinario).
No es que yo sea "el loco de los festejos", pero son cuatro días hábiles en el medio de dos fiestas que caen en fin de semana. ¿¿A quien se le ocurre?? Tener que volver al trabajo estos días es lisa y llanamente un despropósito (no se si está bien utilizada la palabra pero queda linda y parece que fuera alguien muy culto y que estuviera muy molesto).
Indiscutiblemente, comenzar la semana laboral siempre es una reverenda porquería, pero sobretodo en verano. (No, no es que hay que usar "sobretodo" en verano, me refiero a sobre todo, o sea por encima de todo, o … bueno … se entiende ¿no? …).
Es que con esto de la calor, uno rápidamente se acostumbra al cómodo "modus vivendus" (¿qué carajo habré querido decir????) del fin de semana.
Estando al ped … gas, disfruta de los pequeños placeres de la vida, como rascarse la panza, andar en patas, vestirse con ropas ligeras y cómodas para estar fresquito, y demás delicias del ocio hogareño.
Sin embargo, el tiempo es tirano (agarrámela con la mano) y para cuando se quiere acordar, ya es domingo a la tardecita, y desde lo mas profundo de la mente, inconscientemente, comienza a resonar la frase "Mañana hay que volver a trabajaaaar" (imaginarla con voz fantasmagórica para completar el efecto), y ahí ya se caga todo. Lo que queda del día se arruina, el ánimo desciende bruscamente al nivel de los callos, y el buen humor y la tranquilidad se toman de la mano, se ponen sus sombreritos y se alejan dando pasitos de murga.
Ahora, este año, encima, a los sencillos deleites del fin de semana común, se le suma el haber tenido un día feriado mas gracias a una fiesta durante la cual se ha comido, bebido, y disfrutado como un puerco degenerado, situación ésta que provoca que el ánimo de retorno a la triste realidad laboral, se torne penoso hasta niveles casi insoportables.
Ya para empezar, físicamente uno no se encuentra en las mejores condiciones. Está pesado, hinchado, aún en pleno proceso de digestión de algunos restos de matambre con rusa, lechón y pan dulce, y con ganas únicamente de quedarse tirado, haciendo fiaca, desparramado en la cama, con el ventilador prendido y sin que nadie lo moleste.
Pero, claro; no se puede.
La perra vida exige que una vez mas se levante temprano, se bañe, se vista con ropas incómodas, y, cagándose de calor como un infeliz, vuelva a su repugnante rutina diaria, durante cuatro putos e inservibles días.
Como si en estos cuatro putos e inservibles días fuera a hacer algo mínimamente productivo.
Seamos sinceros: cuando quedan días así "sánguches", uno va solo a dar el presente. Todo lo que no hizo durante el año, seguramente no lo va a hacer en estos cuatro días. Dejémonos de joder.
Y sabiendo que es así ¿Para que cuernos molestarse en concurrir al trabajo? Y además es fin de año!!
No es que yo sea un vago atorrante que odia trabajar. Bueno, si, en realidad si; pero igual, si este fuera un país serio y las cosas fueran como debieran, uno tendría que irse alegremente el 23 de diciembre, festejar tranquilo, tomarse los días del medio para descansar de un festejo mientras prepara el otro y volver recién el 3 o el 4 de enero, ya recompuesto y con todas las energías recargadas, ahora si, para preparar, como se debe, las vacaciones.
Nada de días laborables intermedios, ni cosas raras, que tanto! Eso es cosa de negreros!!
Lo triste es que esto no es ni será posible, debido a la lamentable existencia, en todo ambiente laboral, de seres infrahumanos, desagradables, arrastrados, alcahuetes y lameculos, que durante estos días se ponen a trabajar en serio, ardorosamente, corriendo con el culito parado para todos lados, todos nerviositos, preocupándose por terminar con su arsenal de pelotudeces atrasadas que no le importan a nadie, con el miserable objetivo de quedar bien con los superiores y ver si consiguen llamar su atención, recibir un cumplido y con ello salvar el año y sentir que están vivos por un instante.
Gracias a esta despreciable raza de criaturas chupamedias, que no merecerían menos que una muerte lenta, horrible y dolorosa a manos de un grupo de enanos emporongadores, demoníacos y caníbales, los convenientemente válidos argumentos de la inutilidad de estos días laborales intermedios, se desvanecen tan rápido como mis esperanzas de ser exitoso algún día.


De todas maneras, ya que nada se puede hacer para declarar la ilegalidad de trabajar en días que queden en el medio de dos fiestas, al menos continuaré en mi lucha eterna y sagrada de no hacer nada útil mientras duren, a manera de silenciosa protesta.

Este es el cronograma de actividades a desarrollar durante estos días (aunque la idea base del "Día 1" puede utilizarse también en días laborales comunes, como lo hago yo, que hago de mi lucha un sacerdocio constante):


Día 1:

09:30 hs.: Llegada cagando sobre la hora. Marcar tarjeta. Saludar sin ganas y con mala cara.

09:35 hs.: Sentarse en el escritorio. Ponerse los anteojos. Encender la computadora. Desparramar sobre el escritorio papeles varios, carpetas, sobres y demás artículos que supongan gran ocupación.

09:45 hs.: Leer los diarios on line.

10:40 hs.: Leer blogs y dejar comentarios en todos ellos.

11:20 hs.: Abrir mail.

11:25 hs.: Borrar los 2.354 spams que ofrecen Viagra, alargamiento del pene, insumos de computación, alargamiento del pene, préstamos en efectivo, alargamiento del pene, software, alargamiento del pene, medicamentos sin receta, alargamiento del pene, y demás artículos (mayormente para alargar el pene).

11:55 hs.: Responder mails.

12:55 hs.: Quitarse los anteojos, refregarse los ojos y deperezarse. Ponerse de pie. Mover la cintura para un lado y para el otro. Desperezarse de nuevo agregando un quejido.

13:00 hs.: Salir a comer.

14:00 hs.: Regresar de comer aún cuando el tiempo para almorzar era de 40 minutos.

14:10 hs.: Tomar muy lentamente el café de las 2 de la tarde saboreando cada sorbo, aunque sea un brebaje inmundo.

14:40 hs.: Abrir Messenger. Esperar a que alguien se conecte. Mientras tanto releer diarios on line que se han actualizado.

15:05 hs.: Colocar una mano sosteniendo la cabeza a la altura de la sien cubriendo mas o menos los ojos y la otra sosteniendo el mouse, dando la impresión de estar haciendo algo. Dormitar.

15:45 hs.: Despertarse sobresaltado abriendo catorce ventanas por tocar repetida e involuntariamente el mouse.

15:50 hs.: Releer blogs revisando si alguien respondió a los comentarios anteriormente dejados.

16:05 hs.: Tomar el café, té o matecocido de las 4 de la tarde. Comer galletitas.

16:20 hs.: Buscar en Google imágenes de Angelina Jolie, Jessica Alba o Evangeline Lilly, para relajar la vista.

16:55 hs.: Enviar un mail a alguien como para hacer algo.

17:15 hs.: Chatear con contactos que se activaron en el Messenger.

17:30 hs: Minimizar messenger ante cercanía del jefe de sector que pasa como haciéndose el que no quiere la cosa porque es un forro, botón y vigilante.
Agarrar cualquier carpeta y/o papel y mirarlo con cara de concentrado, entrecerrando los ojos y meneando la cabeza como si estuviera deduciendo algo importante. Opcionalmente tomarse el mentón con una mano, para reforzar la imagen de concentración.

17:45 hs.: Retomar conversación por Messenger cuando el forro de jefe se haya alejado.

18:00 hs.: Cerrar Messenger. Abrir Word. Ponerse a escribir cualquier cosa, con el fin de que se escuche el teclado y parezca que se está trabajando. Pueden ser letras de canciones, recetas de cocina, o simplemente caracteres al azar.

18:15 hs.: Comenzar a rejuntar todos los papeles, carpetas y demás artículos escenográficos. Mirar la hora arqueando las cejas. Mover la cabeza denotando decepción por la falta de tiempo para realizar todas las importantes tareas que quedan pendientes.

18:20 hs.: Quitarse los anteojos y guardarlos. Desperezarse. Estirar las piernas. Mover la cintura. Decir "No doy mas!" de la forma mas convincente que se pueda.

18:23 hs.: Ir al baño.

18:26 hs.: Apagar la computadora. Colocarse el saco. Poner la mochila al hombro. Despedirse de mala manera y con mala cara.

18:30 hs.: Fichar salida y abandonar las instalaciones a velocidad supersónica.

Día 2:

Repite Día 1.

Día 3:

Repite Día 1 y 2.

Día 4:

Repite Día 1, 2 y 3 hasta las 17:30 hs.

17:35 hs.: Guardar el papelerío escenográfico habitual. Apagar la computadora.

17:45 hs.: Acercarse hasta el sitio donde se realizará el brindis de despedida del año con el resto del personal. Simular una sonrisa. Buscar un rincón alejado y quedarse ahí.

17:50 hs.: Tomar un vasito de plástico. Acercarse al que esté sirviendo las bebidas. Llenar el vasito. Tomar un sanguchito de miga. Volver al rincón.

17:55 hs.: Beber. Fagocitarse el sanguchito. Mirar con odio a todo el mundo. No hacer contacto visual directo con nadie para que no se acerquen a hablar. Mirar la hora deseando que ya termine la farsa.

18:00 hs.: Brindar con compañeros. Desear felicidades. Simular buen humor (no demasiado para evitar confusiones). Desear mentalmente una muerte horrible a varios. Desear diarreas e indigestiones a otros. Contener las arcadas ante las obscenas demostraciones de falsedad de cierta gente. Desear otra vez que todo termine de una puta vez.

18:15 hs.: Tomar otro sanguchito (de otro gusto). Servirse mas bebida. Volver al rincón. Mirar la hora.

18:25 hs.: Dejar el vasito por ahí. Volver rápidamente al escritorio a buscar las pertenencias. Ponerse el saco. Cargar la mochila. Dirigirse hacia la salida.

18:27 hs.: Pasar raudamente diciendo "Felicidades" a los compañeros con la sonrisa mas falsa que se pueda, mientras se piensa en cuanto se los odia.

18:30 hs.: Fichar la salida y abandonar las instalaciones a velocidad Mach 3 deseando que todo vuele en mil pedazos cuando esté a una distancia segura.






jueves, 21 de diciembre de 2006

Noche de paz

Además de la enorme humildad, otra de mis tantísimas virtudes es la originalidad, y debido a que ya tenemos la Nochebuena y la Navidad prácticamente encima nuestro y respirándonos en la nuca como novio primerizo, pensé en hacer algo que, creo, no se le ocurrió a nadie jamás: voy a escribir algo alegórico en conmemoración de estas sentidas festividades.
(No hay caso, que lo parió. Cuando uno es talentoso es talentoso. Con razón la gente me insulta por la calle, es por la envidia…).
Bien, el problema con esto radica en que no se me ocurre nada. O al menos nada bueno.
Sucede que desde hace un buen tiempo ya, mas precisamente desde que dejé de ser un niño tierno, inocente y bastante gordito, y me contaron que Papá Nuel nunca te trae lo que le ponés en la cartita porque es yanqui y no sabe leer castellano, que esta época de las fiestas me rompe un poquitito las pelotas.
Bueno, un poco.
En realidad, bastante.
Pero no es que tenga algo en contra de la Navidad en si misma. De hecho hay veces en que me permito disfrutar del ambiente, de ver las calles adornadas, las casas y los negocios decorados y llenos de lucecitas, con los arbolitos y todo el marketing.
Eso no está mal, alegra la vista, y me recuerda ciertos momentos de mi infancia, lo cual me pone relativamente de buen humor.
Lo que me molesta y arruina todo, es la falsa "actitud navideña" de alguna gente.
Porque si hay algo que detesto, en general y en todos los aspectos de la vida, es la hipocresía; y eso, en esta época, parece estar como exacerbado.
No es que con esto esté descubriendo el agua tibia, ni la pólvora, ni que el dinosaurio Barney es un reverendo pelotudo, pero es notable como se pone de falsa cierta gente con la llegada de las fiestas.
Tomemos por ejemplo los clásicos festejos navideños o despedidas de año en los lugares de trabajo.
Personas miserables que durante todo el año intentaron cagarte de todas las formas posibles, vienen y con la mejor cara de bondad te desean "Muchas Felicidades".
Otros energúmenos que en cada oportunidad que tuvieron se despacharon a gusto hablando pestes por detrás, y tratando de ensuciarte de la manera mas baja posible, se acercan a desearte "Lo mejor".
Y ni hablar cuando se les ocurre la grasada intergaláctica de jugar al "amigo invisible". Por favor!! Que estupidez!! ¿Qué se le regala a una persona que se detesta? ¿O a alguien que solo se conoce de vista porque jamás se ha intercambiado mas que un saludo y, encima, de compromiso? ¿Por qué debería yo gastar mi valioso efectivo en un obsequio para alguien que apenas conozco, solo porque a algún infeliz con demasiado tiempo libre se le ocurrió organizar ese juego estúpido?
Convengamos en que el lugar de trabajo es un sitio generalmente horrible, en donde se está mas tiempo que en la propia casa, rodeado por gente que uno no quiere, y haciendo algo que no lo satisface en lo mas mínimo. No es un club donde se reúnen personas con gustos afines e intereses en común. O sea, bajo esas condiciones lo máximo que se puede lograr, con mucha buena voluntad, es una relación de respetuosa convivencia y algo de compañerismo. En casos excepcionales, una o dos amistades, mas o menos. Pero de ahí a pretender que TODOS somos amigos, es una soberana pelotudez.
Pero claro, igualmente, el día del festejito, todos vamos a brindar, a abrazarnos y a sonreírnos mutuamente fingiendo asquerosamente que nos apreciamos.

Chin chin. Salud!. Un asco.

Como si fuera poco, en esta época, además de falsa, la gente se vuelve mas molesta que de costumbre, lo cual ya es mucho decir.
Anda como poseída, embobada, de negocio en negocio, comprando compulsivamente las mas variadas boludeces, intentando encontrar el obsequio mas adecuado, y en lo posible mas barato, para cada obsequiado.
Merecen un párrafo aparte ese febril ejército de idiotas, conformado por el 90% de la población aproximadamente, que deja todo para última hora y a los que suele verse entonces correr por las calles, desaforados, con los ojos desorbitados, profiriendo gritos en lenguas ininteligibles, y arrojándose de cabeza en cuanto negocio abierto se le ponga en el camino, a veces incluso a través de las vidrieras, con el fin de hacerse de los regalitos para poner en el arbolito, o conseguir "eso" que le falta para completar la cena navideña, como si de ello dependiera su vida entera.
He llegado a ver dos señoras mayores batiéndose a duelo, puñal en mano, para quedarse con el último par de medias azules de nylon, que ambas deseaban para regalar a sus respectivos nietos.
Los comerciantes, por su parte, enardecidos hasta el borde del orgasmo por el tsunami de ventas y la voracidad consumista de la marea humana, atienden con una artificial sonrisa de oreja a oreja, y al momento de culminar la transacción, indefectiblemente, despiden la cliente con un amabilísimo y automático "Felices Fiestas" mientras le dan la bolsita y le niegan la factura haciéndose bien los boludos.
Todo, sin embargo, parece envuelto en un maravilloso ambiente de hermandad, armonía, cordialidad y buenos deseos.
Lo triste es que este halo de bondad dura … lo que duran las fiestas.
Después, como por arte de magia, todo vuelve a la normalidad.
O sea, todos nos volvemos a putear, a tratar mal, a cagarnos por la espalda y a desear que el mundo estalle en mil pedazos y no quede ni el loro.
Todos vuelven a ser lo que eran.
¿Me pregunto cuál es el sentido de "jugar a ser buenos" por dos semanas? No lo sé, me respondo, hablándome solo como un loquito.
Al igual que las matemáticas, es algo que mi escaso intelecto no llega a comprender.

Yingun Bell Yingun Bell… Una paparruchada

Este mismo círculo vicioso festivo navideño (inicio de época navideña –> bondad y armonía –> saludos –> culminación de época navideña –> odio y desprecio hasta el próximo inicio de época navideña) se da, además, en el ámbito familiar, el cual al ser mas limitado en extensión y cantidad de integrantes provoca una aceleración en el desarrollo de los eventos.
Parientes que en el fondo nunca se pudieron ni ver, se sientan a la mesa y comparten la cena en un ambiente de sana camaradería y alegre convivencia.
Llegadas las doce, todos se abrazan emocionados y felices.
Claro que, inmediatamente después de unos cuantos vinitos, algunas cervezas, la sidra, el ananá fizz, la fresita, el champagne berretón y demás etcéteras de variada graduación alcohólica, la cordialidad va decreciendo y paulatinamente la cosa puede empezar a ponerse rara.

Cronológicamente sería mas o menos así:

19:00 hs.: Arribo de los diferentes familiares a la casa. Saludos efusivos y abrazos. Emoción y reencuentros.

20:00 hs.: Vermouth y picadita. Anécdotas, bromas y alegría.

21:00 hs.: Entrada. Vithel toné, matambre con rusa y pionono primavera. Vino y cerveza. Ambiente de cordialidad y recuerdos de familia.

21:30 hs.: Cena. Abundante lechón generosamente adobado, pollo frío, algo de asado, ensaladas varias. Mas vino y mas cerveza. Elogio de la comida. Aplausos para la cocinera. Risas. Agradable conversación.

22:15 hs.: Sobremesa. Escarbada de dientes. Desabroche de cinturones y botones. Eructos varios. Mas vino y mas cerveza. Chistes verdes. Primeros signos de ebriedad leve. Risas mas fuertes.

22:30 hs.: Postre. Helado, ensalada de frutas o clericó bien cargadito. Alguien pregunta si no hay un whiscacho.

23:00 hs.: Sobre sobremesa. Whisky. Risas desaforadas. Insinuaciones desubicadas a alguna cuñada medio potable. Preocupante agravamiento de los signos de ebriedad.

23:30 hs.: Pan dulce, nueces, turrones, confites, garrapiñadas, y demás porquerías. Reaparición de unas cervecitas bien fresquitas. Aplausos. Risotadas. Bromas pesadas de dudoso gusto.

23:55 hs.: Reparto de copas. Mas aplausos no se sabe por qué.

00:00 hs.: Descorche de sidras. Brindis. Besos. Abrazos. Deseos de felicidad. Risotadas. Mas aplausos del tío que no para.

00:01 hs.: Aparición de pirotecnia de la mano del tío ebrio. Preocupación generalizada. Advertencias varias. Felicidad de los niños.

00:03 hs.: Llanto de la abuela recordando al abuelo que estiró la pata hace como 10 años. Consolación de la abuela. Broma de mal gusto del tío que ya no debería tomar mas.

00:04 hs.: Encendido de pirotecnia. Estallidos varios. Aplausos del tío que está como loco. Risas, saltitos y aplausos de los niños.

00:05 hs.: Llanto desaforado de los niños ante la prohibición de encender la pirotecnia ellos mismos.

00:06 hs.: Otro descorche de sidra. Impacto del corcho en la frente de la nona que cae estrepitosamente. Preocupación y nerviosismo.

00:07 hs.: Risa descontrolada del tío que sigue tirando cuetes sin el menor cuidado mientras bebe la sidra directamente de la botella.

00:08 hs.: Molesta insistencia de niños para jugar con pirotecnia. Retos, tirones de orejas, y algún sopapo correctivo por parte de los respectivos padres para reafirmar la negativa. Intimación al tío para que ya se deje de joder con los cuetes. Descorche de un ananá fizz.

00:10 hs.: Apertura de obsequios para desviar la atención de la pirotecnia. Cara de desilusión de los niños al recibir medias. Llanto desconsolado del mas pequeño que quería un Power Ranger.

00:15 hs.: Nuevo descorche de sidra, una Fresita y un champagne. El tío le entra a lo que queda del whisky. Solicitud de la tía para que ya deje de tomar y menos mezclando.

00:15:01 hs.: Insultos irreproducibles del tío en respuesta a dicha solicitud.

00:16 hs.: Intervención del cuñado que también ya está picadito. Acotación del dueño de casa que no se queda atrás en la carrera etílica. Grito de la tía solterona llamando a la calma. Tensión. Miradas de reojo. Temor de que se esté por ir todo al carajo.

00:20 hs.: Descorche de una nueva sidra por parte del tío al grito de "Viva Perón carajo!!". Intento del cuñado de sacársela de las manos. Rotura de un par de copas durante el forcejeo. Gritos de la dueña de casa. Grititos de los niños. Pedido de calma de la abuela.

00:30 hs.: Discusión entre el tío, el cuñado, el papá y la tía solterona que se mete. Primeros lanzamientos de garrapiñadas y trozos de turrón en tren agresivo.

00:35 hs.: Descontrol del tío ya completamente ebrio. Insinuaciones que ponen en duda la buena moral de la tía solterona. Reflote de viejas deudas personales y monetarias. Insultos. Gritos. Eructos. Amenazas varias. Desafíos a salir a la calle a arreglar las cosas. Mas insultos.

00:40 hs.: Intento de retiro de las bebidas de la mesa de parte de la dueña de casa. Irritación del tío que se pone agresivo mal y la insulta tratándola de puta barata. Reacción del dueño de casa que increpa al tío. Intento de intercambio de golpes de puño, patadas y escupitajos, todos fallidos dado el estado de ebriedad de ambos, lo cual entorpece los sentidos y la coordinación motora.

00:47 hs.: Llamamiento a la calma de la nona. Insultos a la nona. Intervención del cuñado. Insultos al cuñado tratándolo de cornudo infeliz. Respuesta del cuñado que llama "Borracho hijo de puta" al tío mientras le arroja un golpe. Caída estrepitosa del tío sobre el arbolito.

00:48 hs.: Cortocircuitos e incendio de las luces del arbolito. Gritos y llanto de los niños aterrados. Gritos desesperados de la dueña de casa. Intento infructuoso del dueño de casa de apagar el foco ígneo con media botella de ananá fizz. Llanto de la nona recordando al nono en un pésimo momento. Insultos del cuñado. Corrida del tío en llamas hacia el patio. Risa de los niños que piensan que es un juego.

00:49 hs.: Apagado del tío con restos de bebidas. Aplausos de los niños. Desmayo de la nona. Llanto de la dueña de casa junto a los restos chamuscados y humeantes del arbolito. Insultos cruzados y recriminaciones varias en inentendible idioma.

00:55 hs.: Culminación del festejo ya completamente arruinado. Despedida bajo amenaza de los invitados. Pedido del tío de una sidrita bien fresquita para el camino. Expulsión del tío a patadas en el orto.

O sea, para la una y media de la mañana, la familia unida ya es solo un lejano y melancólico recuerdo, y todo es un quilombo de gente borracha insultándose, pasándose facturas viejas y arrojándose pedazos de pan dulce.
En pocas palabras: esta época puede llegar a ser una verdadera porquería.
Lo único bueno que tienen las fiestas es que son una excusa perfecta para comer como verdaderos cerdos, y beber como … bueno, como cerdos con graves problemas de alcoholismo.
Y eso, en definitiva, es triste.
Ya nadie parece recordar el verdadero espíritu de la Navidad, ni lo que significa, ni nada de eso.
Nadie le canta el feliz cumpleaños al pobre de Jesús, aunque la fecha no tenga nada que ver y sea un invento del Concilio de Nicea para expandir la religión cristiana (que tipo culto que soy por Dios!!).
Pero lo peor de todo, creo yo, es que prácticamente ya nadie desea felicidades de corazón.
Sin embargo, a pesar de todo esto, a pesar de que me sigue molestando terriblemente la actitud falsa de la gente, y solo por razones que no viene al caso detallar, he decidido que, de ahora en mas, voy a intentar disfrutar de las fiestas todo lo que pueda.
Porque yo soy así. Impredecible, alocado y, además, me puedo contradecir veinte veces en el mismo párrafo sin que se me mueva un pelo.
Y además porque como en todo, no hay que dejar que unas pocas cosas malas arruinen la intrínseca belleza de algo.
Para que las cosas cambien, hay que empezar por cambiar uno; así que en lugar de fijarme en lo que odio de las fiestas, le voy a prestar atención sólo a lo que me gusta de ellas.
Voy a intentar pasarla bien, divertirme y festejar junto a la gente que quiero.
Ahora bien, que quede claro que dije "intentar", por lo que como diría el finado Tu Sam "puede fallar".
Y si se diera el caso de que no me funcione y no me divierta y no la pase mas o menos bien, pues lo siento mucho, pero tendré que volver a ser yo mismo, y no me quedará mas remedio que proceder a incendiar cuanto arbolito se me ponga adelante, a cortar los cables de las lucecitas que adornen ventanas y rejas, a destrozar los adornos de las puertas, a robarme los juguetes y demás regalos solo para hacerlos pedazos, y luego, fuertemente armado y parapetado en mi terraza, abrir fuego contra todo aquel molesto energúmeno que tenga el tupé de mostrar el mas mísero signo de felicidad navideña en la calle.

Están avisados …

Ah!! Muchas Felicidades!!

viernes, 15 de diciembre de 2006

Relatividad

El Beto Einstein (para los ignorantes que no lo conocen fue un jovato con los pelos parados y cara de estar chapa que era un genio de la física, y no sé para que lo explico por escrito si puedo linkear una foto), allá por el año … eeeehhhhmmmm … hace mucho, en uno de sus tantos momentos de genialidad, se mandó una declaración que pasaría a la historia como una de las grandes verdades universales. Dijo: "Si lo saco le hago un cuadro", mientras hurgaba profundamente en su fosa nasal derecha.
Inmediatamente después declaró: "En el universo, nada es absoluto. Todo es relativo", al tiempo que hacía una bolita con el moco que acababa de extraer trabajosamente y sonreía satisfecho.
Y, como tantas otras veces, tuvo razón, y además quedó como un viejo sucio y desagradable.
El caso es que hoy a la mañana esa máxima promulgada por el Beto, se aplicó a una situación poco feliz que me involucró directamente.
Todo comenzó ayer, en uno de mis abundantes momentos de ocio laboral, cuando estaba yo leyendo algunos artículos de la versión on line de un reconocido periódico veleta, y me topé con una nota acerca de la relevancia del coeficiente intelectual (CI) y cosas así, en la cual, además, había un link a una página donde uno podía someterse al Test de Raven. (podría ponerlo acá pero soy muy egoísta, así que no lo pongo nada.).
Este test, está reconocido mundialmente, siempre según el tipo que escribió la nota, como una herramienta confiable y estandarizada para medir el mencionado coeficiente ( o IQ en inglés).
Como no tenía nada mejor en que invertir mi tiempo, lo hice.
Hete aquí, que el resultado mostró que aparentemente estoy por encima de la media, o sea que soy un zapato. No, es un chiste malísimo, perdón. Decía que estoy por encima de la media en cuanto a coeficiente intelectual, aunque no se note demasiado.
La normalidad, en puntos, es de entre 90 y 110, y a mí me dio entre 95 y 120.
Por supuesto que me tomé esto con la más absoluta calma, y siempre haciendo gala de mi ya habitual humildad; así que luego de escupir a algún compañero de trabajo y de tratarlos a todos los que me rodeaban de indios ignorantes y pata sucia, me fui alegremente a mi casa sintiéndome un sabio iluminado y riéndome de la inferioridad de la gente que me cruzaba por la calle mientras los apuntaba con el dedo.
Hoy, al despertar, intenté dejar la cama mediante un ejercicio de levitación, ya que debería adaptarme y empezar a vivir la vida de maestro de sabiduría que me corresponde.
Como, no solo no me salió, sino que además me caí y me di un golpe bárbaro, decidí, siempre desde mi sabiduría, dejarlo para otro momento e ir de a poco.
Salgo a la calle para enfrentar el nuevo día con una sensación ambigua, mezcla de satisfacción y a la vez de temprano aburrimiento, sabiendo que este mundo mediocre ya no me representaría ningún desafío, debido a mi impresionante poderío intelectual recientemente descubierto.
Me cruza una anciana y me hace una pregunta. Me río. Le respondo que su miserable cerebrito, quemado y ordinario, jamás podría comprender una respuesta proveniente de alguien como yo; la escupo y sigo mi camino. La añosa mujer se queda sollozando confundida, temerosa, y diciendo no se qué de que solo me preguntó la hora y que se yo, mientras limpia mi saliva de su arrugada cara. Cosas de pobre gente ignorante.
Espero el colectivo, pensando (porque los sabios pensamos mucho constantemente).
Llega el inmundo vehículo, como de costumbre, desbordante de subhumanos olorosos y de mentes pequeñas. Milagrosamente es un modelo nuevo. Sonrío sabiendo que el mundo comienza a tratarme como se debe.
Subo.
Solicito al simio que conduce mi boleto de $1,25. Me dirijo a la máquina expendedora de tickets que también es modelo nuevo.
Y es allí, justo frente a ese artefacto frío y metálico, en donde la relatividad universal enunciada por el Beto Einstein se materializa súbitamente.
Yo, el sabio, el iluminado, el sensei, el maestro Yoda, el Supremo Kaio Sama, quien había superado sin despeinarse el Test de Raven demostrando ser poseedor de un coeficiente intelectual digno de un genio, NO SUPE DONDE COLOCAR LAS MONEDAS.
No podía encontrar la ranura, por mas que miraba y miraba, como si fuera un cavernícola intentando usar una fotocopiadora.
Los segundos pasan. Sigo buscando la maldita ranura, mientras miles de ojos me observan extrañados.
Siento un calor extremo que invade mi cuerpo. Sudo. Sigo sin entender donde cuernos está la puta ranura.
Tanteo diferentes sitios de la máquina con las monedas, a ver si caen por algún lado. Nada. Parece sellada. La toco. La palpo con la yema de los dedos, buscando esa reputísima ranura del orto que no aparece.
La miro arriba, adelante, a un lado al otro. La gente comienza a murmurar. Algunos se ríen. Los odio.
Finalmente concluyo en que no tiene ranura. Hay algo que está mal. No puede ser. Decido interrogar al chofer:

Yo (tocándole el hombro): Perdón. ¿Dónde está el agujero? (Si… encima dije "el agujero").
Chofer (mirándome por el espejo mientras bebe una gaseosa): glu glu glu ……….
Yo (insistiendo): Chofer… ¿Y el agujero? (si, si … volví a decir "el agujero" … Es que estaba un poquito nervioso y cuando me pongo así no pienso con claridad).
Chofer (apenas girando la cabeza): ¿Qué?
Yo: El agujero … para poner las monedas.
Chofer (mirándome con cara de "¿Quién le abrió la jaula a este chimpancé?" y de mala manera): Está ahí arriba!!

En ese momento noté que en la parte superior de la bendita máquina, había un cosito de metal gris que parecía cualquier cosa menos un lugar para depositar monedas, en el medio del cual, por supuesto, estaba la recontrarreputísima ranurita.
En mi defensa debo decir que ya había visto ese cosito y hasta lo había tanteado, pero la ranura estaba como medio escondida y era prácticamente invisible, con una abertura que dejaba pasar demasiado ajustadamente una moneda. Era un diseño raro. El que lo inventó es un hijo de puta.
Al final pude colocar las monedas, y me dirigí a buscar un lugar donde ubicarme, bajo la atenta y burlona mirada del resto del pasaje.
Así fue como pasé de ser un verdadero superdotado mental, a ser un reverendo pelotudo. Todo en un período de apenas algo mas de doce horas.
Durante el trayecto, y esforzándome por no desmayarme de la vergüenza por el descomunal papelón que acababa de protagonizar, recordaba que a lo largo de mi vida, he experimentado en varias ocasiones situaciones de ese tipo.
O sea, descubrí que soy capaz de resolver rápidamente problemas complicadísimos, o solucionar cosas que requieren muchos análisis y salidas creativas, pero frente a una boludez monumental es probable que me dé un bloqueo mental y no le encuentre la vuelta ni con un manual de usuario para chicos con esquemas y dibujitos.
No sé por qué, pero soy así. Para algunas cosas relativamente inteligente, para muchas otras absolutamente boludo.
Solo espero que si un día, por alguna fortuita circunstancia, mi vida depende de que deba solucionar algo, por ejemplo desactivar una bomba, sea una de esas con muchísimos cables, pantallas, y botones para responder cuestionarios de cultura general; porque si me toca una que esté conectada a uno de esos juegos de colocar figuras geométricas de colores en su respectivo agujero, es muy probable que muera vergonzosamente despedazado por la explosión.

jueves, 14 de diciembre de 2006

Grande por siempre ...

No importa. No me importa nada.

Fuiste, sos y seguirás siendo el MAS GRANDE de todos SIEMPRE.
Nada ni nadie podrá jamás opacar tu gloria, pase lo que pase.
Ni el ego estúpido de técnicos que se creen mas importantes de lo que son, ni la falta de corazón y huevos de algunos jugadores que visten tus colores sin merecerlos y sin sentirlos.
Lo que pasó fue duro, lo sé, pero es hora de mirar para adelante otra vez; de levantar la cabeza con orgullo, sabiendo que a veces la suerte no acompaña y juega en contra, pero que siempre, siempre, pudiste ponerle el pecho a las mas difíciles y resurgir mas fuerte y mas grande.
Por eso hoy, en la adeversidad de una derrota, no vamos a esconder la cabeza, como hacen esos otros miserables que, insignificantes en comparación, ahora se atreven descaradamente a burlarse, llenos de odio y envidia por tu grandeza.
Miserables patéticos que se contentan con festejar triunfos ajenos, ante la imposibilidad de conseguir uno propio, y que dan pena.


Para ellos, hoy, mas que nunca, vamos a caminar con la frente en alto, y sacando pecho.


Hoy, mas que nunca, vamos a llevar tus colores orgullosamente tatuados en el alma.


Hoy mas que nunca …






AGUANTE BOCA CARAJO!!!!!!!!


miércoles, 13 de diciembre de 2006

Pásenla lindo !!

Hoy es el clásico Almuerzo de fin de Año de mi trabajo.
Todos los años anteriores, este "gran" festejo se llevó a cabo en una de las dependencias de "La Institución" que cuenta con un salón lo suficientemente amplio como para meter a todos los empleados, directivos, representantes de las delegaciones del interior del país, invitados VIP, invitados de compromiso, y demás colados muertos de hambre que aparecen siempre que pinta algo para comer y chupar de arriba.
El servicio de catering siempre era contratado y bastante pedorro; la música siempre fue de cuarta y grasosamente bailable; y el ambiente, a poco del comienzo del ágape, se tornaba incómodo, pesado, irrespirable debido al asqueroso humo de los cigarrillos, superpoblado de gente que destila ordinariez y que, además, siempre terminaba vergonzosamente mamada, haciendo el ridículo, y tirándose puñales por la espalda porque no se soportan entre si.
Claro, todos los años anteriores, yo, como leal empleado, me vi forzado a asistir a esta decadente bacanal subdesarrollada, y si bien podía disfrutar de comer como un refugiado somalí y beber cual inmundo borracho, a las dos horitas, ya no soportaba nada y a nadie y deseaba huir de allí sin demoras, cosa que hacía, mas o menos, cinco minutos después del brindis y del inentendible discurso de nuestro benemérito Presidente.
La cuestión es que este año, yo, directamente, no puedo asistir a la partuza por la misma chota causa que me arruina muchas otras en la vida.
No me molestó demasiado, ya que como expliqué antes, la festichola no es de un nivel que me provoque lamentar la inasistencia.
Pero claro, como no podía ser de otra manera y para cerrar un verdadero año de mierda con un hermoso broche de oro, este año decidieron que a la fiesta LA VAN A HACER BIEN.
Este año, cuando yo no puedo ir (lo repito para que quede claro), contrataron un restaurante de primerísimo nivel en una de las zonas mas cool de Buenos Aires.
Un restaurante donde se encuentran todo tipo de platos de altísima calidad, preparados por cheffs verdaderos, de esos con sombrero largo y todo; un restaurante donde te atienden mozos educados y entrenados que no te tiran las cosas encima; un restaurante donde asiste gente bien, que no grita, no fuma y come con la boca cerrada; un restaurante donde habrá canilla libre de la más exquisita variedad de bebidas de todo tipo, marca, sabor y graduación alcohólica existente en el mercado.
En síntesis, ESTE AÑO, la fiesta es DE PRIMERA.
Y, reitero, yo no puedo ir.
Si fuera alguien malo y resentido, en este mismísimo momento estaría deseando con todas mis fuerzas que todos estos hijos de re mil putas que van a ir y van a disfrutar inmerecidamente como cerdos asquerosos, terminen con una intoxicación masiva que les provoque semanas enteras de diarreas incontenibles, vómitos incontrolables, fiebre, urticaria, retorcijones estomacales, caída de cabello, celulitis, pie de atleta, tos convulsa, acné, pérdida del conocimiento, cefalea y, en casos excepcionales, la muerte.
Pero no soy así, no soy una persona resentida. Para nada. No me afecta el no poder ir a la mejor fiesta que esta Institución haya realizado jamás, y que probablemente no vuelva a repetir. No me genera el más remoto sentimiento de odio salvaje el hecho de que mis queridos compañeros de trabajo, muchos de cuales son unos reverendos soretes que no se merecen ni estar respirando, tengan la fortuna de disfrutar de este acontecimiento único.
No. Para nada.
Es más. Les deseo a todos, desde lo mas profundo de mi alma, que la pasen bien, que disfruten, que se diviertan y que todo salga a las mil maravillas.
En serio…

De onda…

Porque soy bueno…

Salud y Felicidades!!

(No!! Mentira!! En realidad deseo que les agarre una cagadera que los tenga abonados al inodoro por días enteros hijos de puta!!! Ojalá todo lo que coman les haga mal, y lo que tomen les haga peor, y además que se lo vuelquen y se manchen toda la ropa esa de salir que se ponen!!! Y además ojalá que los echen a patadas en el orto de ese lugar por ser negros y ordinarios, y terminen comiendo choripanes quemados en un carrito de la costanera mientras se larga un chaparrón con caída de granizo que les parta la cabeza!!!!)


(Si!! Soy malo y rencoroso!! ¿Y?)

martes, 12 de diciembre de 2006

12/12

Hoy cumplo años. 35 primaveras para ser mas preciso y sonar bastante poco masculino.
Generalmente, y desde hace muchos años, cuando llego al día de mi cumpleaños tiendo, en una forma casi inconsciente, a hacer una especie de balance de la marcha de mi vida hasta el momento.
Mas o menos como lo hace la mayoría cuando llega Año Nuevo y está borracho.
Solo que yo lo hago en MI cumpleaños porque es MI día y no me gusta andar compartiendo balances con el resto de la gilada.
En fin, la cosa es que me gustaría no hacerlo.
Sinceramente, no sé por qué ni para qué lo hago. Supongo que debo ser masoquista o algo así. Si fuera que de un año para el otro realizara alguna conquista, lograra algo importante o hiciera algo que me enorgulleciera, bueno, tendría cierto sentido, pero no es así. Y creo que nunca fue así. Por lo general todos estos balances de cumpleaños me dan en negativo, en rojo, dan pérdida, un fracaso, una gran L de looser.
Y yo, todos los años, en lugar de hacerme el boludo y pensar en otra cosa, voy y me mando un balance nuevo.
Mas allá de esto, recuerdo muy pocos cumpleaños realmente felices en mi vida adolescente-adulta. Pero esto no es culpa de nadie, solamente mía.
Por esta forma de ser tan apática, tan poco propensa a hacer amistades facilmente o, aunque sea, a llevarme bien con el resto del mundo, es que siempre mis días de cumpleaños transcurren sin pena ni gloria, y solo con el saludo de familiares y convivientes ( o sea, gente a la que no le queda otra opción) y algunos pocos amigos.
Igual no es que eso me quita el sueño ni nada por el estilo, ya que de todas formas, desde que dejé atrás mi niñez, jamas fui muy afecto al día de mi cumpleaños. Hasta me atrevería a decir que no me gusta en lo mas mínimo, y prefiero que nadie me salude a que vengan y saluden de compromiso y con la mayor de las falsedades.
Pero además de todo, y como si no fuera suficiente, este año hay algo distinto que lo hace aún más especial.
Pero, obviamente, especial no para mejor, sino para peor.
Este año llego a este día con una carga muy pesada encima, una carga que me impide disfrutar hasta de las cosas más simples, esas que antes tenían la facultad de regalarme un momento de felicidad.
Llego con la tristeza de saber que ahora puede que no esté cumpliendo un año mas, sino que me esté quedando un año menos.
Hoy, cuando en algún momento de soledad y silencio, inevitablemente haga mi bendito balance, me voy a encontrar con que mi vida podría ser casi perfecta. Me voy a dar cuenta de que tengo todo lo que necesito para ser feliz, de que no me falta nada, de que las personas realmente importantes están cerca, de que aquello que estaba mal se va arreglando de a poco, de que podría estar tranquilo y de que, si pudiera, hasta me podría ir de vacaciones por dos semanas completas.
Me daría cuenta de que todo podría estar muy bien; si no fuera, claro, porque por encima de todo esto hay algo que lo ensombrece.
Algo que lo arruina.
Algo que me quita la poca alegría que soy capaz de sentir de vez en cuando.
Algo con lo que irremediablemente tengo que convivir y luchar día tras día, hasta que solo uno resulte vencedor.
Por eso, este día de cumpleaños tiene otro color, otro aroma, otro sabor, otro sentido.
Está cargado de sensaciones entremezcladas y confusas, de angustiantes incertidumbres y esperanzadas certezas.
Siento que este día puede ser el primero de una serie de otros iguales, grises y melancólicos, o puede convertirse en un recuerdo al que mirar desde el futuro, para vivir el orgullo y la inconmensurable alegría de la batalla ganada.
Eso, hoy, no lo sé, y solo puedo esperar.
Como siempre, será el tiempo el que tenga la última palabra.


Hoy, simplemente, cumplo 35 años de vida.

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Crítica de Cine: El nacimiento

Realmente haber pagado $10,75 por entrada para ver ese fiasco, casi me provoca un infarto de miocardio.
Fui esperando encontrarme con una mirada nueva de la ya conocida historia; con una película polémica, o tal vez intensa como fue La Pasión. Pero no, me encontré con un cuentito para chicos y para viejas que rezan el rosario en las misas de las siete de la tarde.
Esa película tiene el rigor histórico de un capítulo de He Man, y un rigor bíblico demasiado lineal y simplista. No hay un doble sentido, ni una insinuación, ni nada que haga pensar en otra cosa mas que en lo que se ve.
A los diez minutos ya me di cuenta de por qué el Vaticano la había aprobado. Sinceramente, como críticos de cine, los vaticanienses serían unos excelentes acróbatas.
El argumento trata, obviamente, del nacimiento de Jebús. Arranca con la historia de María, de cómo es entregada a José, del cuento de la inmaculada concepción que no se la come nadie, del largo y duro viaje a Belén y termina, y disculpen si les arruino la sorpresa del final, con el nacimiento propiamente dicho en el consabido pesebre.
El reparto está conformado por actores (supongo que eran actores) que deben ser muy reconocidos en su barrio, porque, al menos yo, no conocí a ninguno.
La actriz que hace de María, es Keisha Castle-Hughes, una morochita mezcla de Roberto Edgar Volcán y Julieta Prandi si fuera negra, bastante poco expresiva, pobrecita.
El que hace de José (Pepe para los amigos), es Oscar Isaac, uno muy barbudo con cara de pobre tipo, medio nabo.
El supuesto ángel que le anuncia a María que tiene la cocina llena de humo, es un flaco también con barba (¿un ángel con barba?) mezcla de Dolina y Javier Calamaro, cero onda y encima sin alas. Medio fantasma el ángel.
Los Reyes Magos fueron un desastre. Los muestran como tres viejos pavotes, así medio amigotes, que viven juntos y estudian las estrellas en un piletón con agua que refleja el cielo de noche a través de un agujero en el techo. Son como la parte "graciosa" de la película, haciendo chistes malos y poniendo cara de picarones. Una paparruchada.
El resto del elenco acompaña al reparto principal coherentemente, o sea, son todos de madera terciada también. Incluso el que hace de la voz de Dios.
Se destacan, sin dudas y salvando las papas, las convincentes actuaciones de las ovejas y las vacas (o bueyes, no se, es lo mismo), interpretadas por ovejas y vacas (o bueyes).
La escena en la que el soldado ilumina el pesebre ya vacío buscando al recién nacido, y la vaca (o buey) debe mirarlo poniendo cara de pelotuda y disimulando como que no sabe que pasa, está muy bien lograda.
También es justo mencionar la correcta labor del burro, interpretado por un burro, aunque en algunos tramos se notó cierta sobreactuación.
Mas allá de eso, el resto de la película es una pérdida de tiempo.
Ver eso y ver alguna obrita escolar representando este tema, es lo mismo y mucho mas barato. Por si interesa, la dirigió Catherine Hardwicke, que de ahora en mas debería dedicarse a dirigir el tránsito, a ver si eso le sale mas o menos bien.


Calificación: 1 Renegado (devuelvanmén la plata)


Recomendación: Si va al cine solo porque tiene ganas de comer pochoclo, elija otra película, cualquiera, al azar si quiere, seguro que es mejor que esta.