Todos, o al menos la gran mayoría, conocemos, escuchamos alguna vez o hemos visto en alguna de esas películas viejas que pasan en Semana Santa, acerca del relato bíblico del Becerro de Oro.
Lo que quizás muchos no sepan, es el significado y la enseñanza que esa historia encierra desde el punto de vista kabalístico.
Básicamente, y así a modo de breve sinocpis (Ojo: contiene spoilers) la historia cuenta cómo Moisés sacó a su pueblo que estaba esclavizado en Egipto y se los llevó para el desierto. Anduvieron caminando un rato y pasando alguna que otra visictiud hasta que finalmente llegan al pie del Monte Sinaí donde iban a recibir las Tablas de la Ley. Pero como ahí había que esperar y no había mucho para hacer el pueblo se impacientó y se hizo un Becerro de Oro para adorar. A Dios esto le cayó bastante como el orto, se ofendió y se pudrió el rancho.
Hasta ahí lo que más o menos se sabe. Ahora vamos con algunos detalles que la historia bíblica oficial generalmente no cuenta.
De la tierra de Egipto, con Moisés, salieron casi tres millones de personas. La gran mayoría de ellas con muy pocas ganas, medio arrastrando las patas, resoplando y refunfuñando, porque no estaban para nada convencidas con el temita este de tener que abandonar todo lo que conocían para seguir a un tipo AL DESIERTO, únicamente con la promesa de llegar a una supuesta Tierra Prometida donde todos vivirían mejor, serían felices y comerían perdices. Lo cierto es que casi nadie estaba contento y a unos cuantos medio que se los tuvieron que llevar a los tirones.
Por esta razón, y como era de esperarse, ya desde el día uno muchos empezaron a hinchar los huevos y a quejarse ABSOLUTAMENTE DE TODO con el pobre de Moisés.
Que acá hace mucho calor, que me canso, que me estoy quemando con el sol, que me entra arena en los ojos, que me duelen los pieses, que el Maná es gratis pero no tiene gusto a nada, ¿Falta mucho? ¿Ya llegamos a la India?. Y así. Todo el día. A cada rato.
Otra cosa que quizás no se sepa es que Moisés no era, como lo muestran en las películas, un viejo tranquilo y paciente. Era mas bien un tipo bravo y bastante mal llevado, que solía andar con los huevos inflados por tener que lidiar con esa manga de llorones que preferían seguir siendo unos esclavos pusilánimes a ser libres y pasarla mal un tiempo en el desierto para llegar a una vida mejor, y que la mayor parte del tiempo se moría de ganas de gritarles "¡Ma si, arreglensé solos. Yo me las tomo. Re mil bai!", pero no decía nada. Los soportaba y se mantenía firme en su rol de liderar a ese pueblo de gente floja, quejosa y disconforme, porque esa era la misión que se le había encomendado y que él había aceptado llevar a cabo.
La cuestión es que después de unos meses de una marcha no exenta de contratiempos, finalmente llegan hasta el Monte Sinaí. Ese lugar donde el mismísimo Dios los estaba esperando para, en un sencillo pero muy emotivo acto, hacerles entrega de su Torá (leyes).
Y esto realmente implicaba muchísimo mas que darles un simple par de tablas grabadas con preceptos.
Metafísicamente, recibir la Torá significó para ese pueblo (y a través de ellos, si se portaban bien, para TODA la humanidad hasta el fin de los tiempos) conectar con la energía de inmortalidad. O sea, solo por confiar en Moisés, perseverar ante la adversidad, bancarse la incomodidad del viaje y haber logrado llegar hasta ahí, lo recibieron TODO en ese momento y experimentaron en carne propia como un adelanto de lo que sería el mundo luego de la corrección final.
Por eso, ni bien Dios ve que empieza a arribar la monada, le manda un SMS al celu a Moisés (en esa época no había WhatsApp, obviamente) que decía "Subí así t doy las tablas. T espero. Abrazo".
Moisés le responde "ok" (no era muy hablador), agarra y le dice a la gente 'Bueno, muchachos, yo ahora tengo que subir y finiquitar los últimos detalles con Dios. Me voy por 40 días y 40 noches y vuelvo. POR FAVOR PÓRTENSE BIEN Y NO HAGAN CAGADAS ¿Dale? Nos olemos a la vuelta. Chau'. Se calza la mochila al hombro y se va (medio resoplando, porque él también había venido caminando desde Egipto y medio que a Dios no le costaba nada esperarlo abajo o mandarle una nUBER voladora, pero bueno, viste como son los jefes de garcas).
La gente le dice 'Si si, dale, andá tranquilo Moi' (porque algunos más confianzudos lo llamaban Moi) y se quedan ahí armando el campamento y acomodando todo.
De esos casi tres palos de gente que salió de Egipto, solo 600.000 eran israelitas. Y para que no haya confusiones, esto no hace alusión ni a la nación de Israel que hoy todos conocemos (y cuyos habitantes a los sumo serían "israelíes", no israelitas) ni la religión judía, por una razón muy sencilla: en esa época ninguna de las dos cosas existía.
La palabra Yisrael viene de Li Rosh, que significa "Soy/Tengo cabeza", y se refiere a todas aquellas almas que buscan (incluso aún hoy) la adhesión con el Creador (o sea, ser uno que crea su vida), mediante el camino espiritual y el control del deseo egoísta.
Los días pasaban y la cosa se iba poniendo cada vez más espesa, al punto que el pobre de Aarón, el hermano de Moisés que se quedó ahí medio como delegado, ya no sabía de que manera hacerle entender a la negrada que había que esperar, que si ya habían llegado hasta ahí con tanto esfuerzo no les costaba nada aguantar un cachito más.
Después sí sucede lo que ya cuenta la historia tradicional: Dios le dicta la Torá completa y le da un segundo par de Tablas con los famosos Diez Enunciados a Moisés, este vuelve, junta al pueblo y siguen viaje por 40 años.
A nadie le resulta agradable decidirse a atravesar ese "desierto" que implica abandonar nuestra zona de confort y salir de la esclavitud de lo conocido, y menos aún cuando el destino no está a la vista. Pero si lo que se busca es una verdadera transformación, es un primer paso imprescindible de dar.
Saber identificar ESE momento, y elegir si se persevera o se renuncia, si se abandona o se hace frente a la adversidad y la desesperanza, es responsabilidad de cada uno. Y no solo para con si mismo, sino también para con todos los que lo rodean.
3 comentarios:
buen día! que buen es verlo a los tiempos y esta comparación se aplica a todos los países qur malvivimos el sociolistismo siglo XXI
Como extrañaba leerte así :)
Una pregunta que me surge de todo esto es: Francis Nardo Lópes ¿es descendiente de Moisés? Noté un parecido impresionante.
Beso grande :*
Qué lindo escribís, ahora sólo puedo leerte breve en Twitter. Saludos.
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