martes, 16 de marzo de 2010

Cinco vueltas

Cuando yo era chico, la escuela a la que concurría estaba ubicada frente a la plaza principal del pueblo.
De tanto en tanto, y vaya uno a saber por que cuernos, al profesor de educación física se le ocurría la poco feliz idea de llevarnos ahí a realizar las actividades, las cuales consistían, básicamente, en correr.
Correr, no una ni dos, sino, por lo menos, cinco vueltas a la bendita plaza.

Y la plaza era grande.

En ese entonces yo no aún no había desarrollado este físico privilegiado y atlético que ostento ahora, ni esta capacidad aeróbica digna de un maratonista, sino que era un niño mas bien poco propenso a la realización de cualquier tipo de esfuerzo que, además, mostraba una cierta tendencia al sobrepeso.
Dicho de otra manera, era bastante vago y medio lechón.
Esto, por supuesto, hacía que aquellas horas de educación física se convirtieran para mi en poco menos que una tortura insoportable; algo que detestaba profundamente y que me amargaba por el resto del día.
Sin embargo, sabía que era algo que debía hacer.
Después de todo era una “materia” mas, y yo debía cumplir con mis deberes de alumno. Era mi obligación. Y además te ponían nota y no podía permitirme ser tan nabo de reprobar educación física.
Es así entonces que, sin mas opciones, yo apretaba los dientes y me lanzaba con mi bien alimentada humanidad a cuestas, a correr esas interminables y mugrientas cinco o seis vueltas a la plaza.

Obviamente, al cabo de la segunda vuelta, como mucho, ya no daba mas.
Las piernas comenzaban a flaquearme, el culo me pesaba, el aire parecía hacerse mas escaso y cada paso que daba, lo hacía pensando, casi con angustia, en lo que me faltaba para terminar.

Quería parar. Ya no quería correr mas.

Pero... había que terminar.
Había que cumplir con las vueltas que el profesor había indicado. No había opción. De no conseguirlo, uno fallaba. Era como hacer mal una cuenta o no saber separar el sujeto y el predicado. Era una mala nota.
Y yo no podía tener malas notas.

Por eso, a pesar del cansancio, de no tener ganas, del dolor y del ahogo, yo seguía, como podía, hasta cumplir.

Todo esto viene a que hoy a la mañana alguien me preguntó como estaba y yo, automáticamente, como se suele hacer en estos casos cuando no se tiene intenciones de andar dando conversación, simplemente respondí “Bien”.

Pero no sé si es verdad.

La verdad es que estoy cansado.

Mas veces de las que quisiera me encuentro pensando en cuantas vueltas faltan para parar, porque ya no tengo mas ganas de seguir corriendo.



En fin …

miércoles, 10 de marzo de 2010

Duda existencial

Me compré un gel anti fatiga e hidratante para la cara (para hombre, eso si. Porque hay cosméticos para hombre también).
Según lo que dice en la cajita, hay que usarlo diariamente, una vez a la noche antes de irse a dormir y otra a la mañana al levantarse, masajeándose enérgicamente el rostro durante la aplicación.

Haber adquirido este producto significa que:

A) Soy un hombre de mediana edad que simplemente busca cuidarse y verse bien, sin que esto disminuya un ápice su avasallante masculinidad.

B) Me está pegando el viejazo y ya empiezo a buscar la forma de que no se me note tanto la edad y lo hecho bolsa que estoy.

C) Me estoy aputosando peligrosamente y de esto a la polvera hay un paso.


Escucho opiniones.

jueves, 4 de marzo de 2010

Aviso parroquial

Aprovecho que tengo unos minutos de descanso (la verdad que esto de volver al trabajo y tener que estar todo el día cruzado de brazos mirando con desprecio la pila de cosas que me dejaron para hacer es realmente agotador), para hacer un pequeño anuncio y/o invitación.

No se si recuerdan (seguro que no porque nunca le prestan demasiada atención a lo que yo escribo, pero bueno, dejémoslo así, no importa…) hace un tiempo, no demasiado, diría sin temor a equivocarme (mas que nada porque me acabo de fijar) que fue allá por Noviembre del año pasado, yo cometía el inocente error de concurrir a un evento que cada año suele realizarse en la pujante metrópolis en la cual resido (Quilmes), denominado “Feria de las Colectividades” y, lo que es peor, se me ocurrió escribir sobre ello (pueden refrescar su memoria haciendo clic aquí).
Digo que fue un error porque, gracias a eso, desde aquel día en ciertos ámbitos algo privados se me conoce como “la escoba” y, de tanto en tanto, aún hoy tengo que seguir escuchando los lamentos y las recriminaciones de las siete doncellas despechadas que, agitando sus enaguas con puntillas, todavía me reprochan cada vez que pueden que fui a ese lugar y no a comer con ellas.

Pero bueno, ese no es el punto.

El punto es este -->.

Pero eso tampoco es lo importante.

El caso es que, aparentemente, los organizadores se quedaron muy entusiasmados con el éxito y la repercusión que tuvieron en aquella oportunidad y, debido a eso, se les ocurrió volver a juntarse desde temprano y mandarse una nueva edición de esta Feria ahora a principio de año.

Por esto, les cuento, por si a alguno le interesa y quiere visitarla, que desde el día 3 y hasta el día 7 del corriente mes, en la plaza Aristóbulo del Valle (Vicente López y C. Pellegrini de Quilmes City) se encuentra inaugurada una nueva edición de la Feria de las Colectividades.
No es nada del otro mundo pero hay comidas regionales, tragos, música y quizás algún que otro espectáculo (si es como la otra. No se. Todavía no fui).
Y claro, también puede haber gente. Mucha gente. Es un garrón pero bueno, es así.

Si se tomaron la molestia de leer lo que escribí de la Feria anterior, habrán notado que aquella experiencia no fue para mi del todo satisfactoria y que tengo una deuda de honor (y de comidas) que saldar con ese lugar, por lo cual, si son muy muy muy afortunados quizás hasta tengan además la dicha y el privilegio de encontrarse conmigo ahí, en vivo y en directo, porque yo, de no haber inconvenientes y con viento a favor, estaré concurriendo casi seguramente el día sábado, con el estómago vacío y dispuesto a cobrar mi venganza.

Si señor. Esta vez es personal.
No pienso volver a irme con hambre.

Así que bueno, la invitación queda formulada.

Si les interesa serán bienvenidos, y sino … que se yo … no vengan … no se … tampoco es obligación.

Yo les cuento de onda nomás.

Chau.

lunes, 1 de marzo de 2010

Volver

Este artículo lo escribo desde el mas allá. No, no desde el mas allá allá. No me morí (todavía). Me refiero al mas allá del tiempo y el espacio.
Si, Así como lo escuchan. O leen. Bueno, aunque si alguien estuviera leyendo esto en voz alta, sería correcto decir que habría alguien que lo estaría escuchando, salvo que se lea en voz alta en soledad, pero estimo que, mayormente, esto será leído. Además no se me ocurre ninguna razón por la cual alguien en su sano juicio querría leer esto en voz alta. Y menos estando solo. Eso ya sería como para recibirse de loquito.
En fin, decía que esto que ustedes están leyendo en este momento, yo no lo estoy escribiendo ahora. O sea, para mi sí lo estoy escribiendo ahora. Sino no lo estaría escribiendo. A lo que me refiero es que no fue escrito el día de hoy (este, de ahora), sino que fue realizado varios días atrás, estando yo aún disfrutando de mis últimos días de vacaciones.
O sea, para que quede clarito, yo lo escribí hoy, en mi hoy de ahora, pero ustedes lo estarán leyendo hoy, en el hoy de ahora de ustedes.

“¿Y por qué demonios hace esto señor?” se estarán preguntando algunos ahora (o sea, ahora ahora, mientras leen esto).
En tanto, otros, la mayoría, estarán diciendo “¡¡Por Dios!! ¡¡Este tipo ya no sabe que pelotudez hacer!!”.

Bien, para ambos tengo respuestas.
En realidad para los primeros, ya que los segundos no formularon ningún interrogante, sino que expresaron una afirmación (la cual, por cierto, es absolutamente verdadera).
A los primeros, entonces, les respondo: hago esto porque teniendo en cuenta la progresiva pero evidente forma en que han estado cambiando mi humor y mi estado de ánimo al ir acercándose el día de mi regreso al ambiente laboral, doy por descontado que hoy (hoy hoy, este día en el que están leyendo esto, el día en que regresé a trabajar) voy a tener un mal humor galopante, acompañado de un inmenso sentimiento de absoluto desgano que ocasionará que, no solo no esté para nada dispuesto a comenzar con la ingrata tarea de retomar mis actividades obligatorias, sino que, además, me impedirá realizar hasta el mas mínimo intento de escribir algo medianamente legible.
Es decir, en una impactante demostración de mis poderes de adivinación y/o autoconocimiento, hoy (mi hoy de ahora) puedo asegurar sin temor a equivocarme, que hoy (el hoy de ahora de ustedes) estoy enculado hasta la médula, cruzado de brazos, mirando la seguramente importante pila de papeles y cosas que tan gentilmente los haraganes que quedaron se habrán encargado de ir depositando sobre mi escritorio, mientras me repito mentalmente que los odio y que no pienso tocar nada hasta tanto no asimile debidamente la vuelta y me re adapte a los tiempos de este desagradable medio ambiente en el que me toca estar (cosa que, con suerte, me suele llevar entre una y dos semanas, porque, como sabrán, no soy una persona fácilmente adaptable).
Por ello, y gracias a las maravillas de la tecnología y la informática, he decido escribir hoy (mi hoy de ahora, cuando aún puedo sentir algo de esta felicidad que inexorablemente va desapareciendo con el transcurso de las horas) y programar todo para que se publique hoy (el hoy de ahora, en el que ya me encuentro rodeado por las tinieblas de la rutina y mi mente es constantemente invadida por pensamientos que mayormente tienen que ver con pegarle a alguien, romper todo, incendiar los restos y salir corriendo riendo como loco).
Lo interesante de esto es que hoy (este de ahora) como no pienso hacer un pomo mas que mirar con la peor cara de culo que sea capaz de poner a todo aquel que venga con sonrisita socarrona a preguntarme “¿Y? ¿Cómo te fue en las vacaciones? ¿Te fuiste a algún lado?” sabiendo perfectamente que no pude viajar a ninguna parte, lo mas probable es que me pase el día pelotudeando en internet, con lo cual, seguramente, en algún momento voy a estar leyendo esto al mismo tiempo que ustedes.
O sea, va a ser como si mi hoy de hoy y mi hoy de ahora, se encontraran en el mismo punto de la existencia, por lo cual yo estaré casi viviendo una especie de paradoja temporal, o algo así (La verdad es que soy consciente de que estoy mandando fruta, pero hagan como que dije algo re groso y pongan cara de asombrados. No les cuesta nada).

Así que bueno, aquí estoy, o en realidad no, pero a la vez si, dando inicio de esta manera tan metafísica a un nuevo ciclo de sesiones ordinarias de este sitio.

Novedades, bueno, no hay. Esto va a seguir siendo la misma pedorrada que ha sido hasta ahora.
Quizás lo único nuevo sería el hecho de que he estado pensando seriamente en que, si este año la cosa no mejora, es muy probable que este sea el último año.
Si, es así. Que se le va a hacer. No lloren que ya son grandes. Igual es una idea nomás. No se. Es que, vieron como es esto de que cuando algo que se empieza por placer de a poco se va convirtiendo en una responsabilidad mas, es como que pierde la gracia. Sobre todo para alguien como yo, tan poco afecto a hacer cosas que me quiten mi precioso y escaso tiempo de ocio.
Es algo que me pasa con la mayoría de las cosas. Por ejemplo, me pasa lo mismo con las cosas que leo. Ponele que un día veo un documental de física, y me parece interesante. Seguro que después voy y me pongo a leer libros de física y te los entiendo y hasta me gusta. Ahora, si alguien viene y me dice que tengo que estudiar física por un motivo X, no te agarro una ni de rebote. De hecho cuando fui a la facultad, la materia Biofísica la cursé dos veces y no la aprobé ninguna. Y la odiaba. Igual en mi defensa debo decir que la materia esa la daba una vieja horrenda que siempre usaba un poncho, y eso medio que me mal predisponía (¿Cómo vas a dar una clase de poncho vieja chiflada? ¿Quién sos? ¿Mercedes Sosa?).

Pero volviendo al tema de este bloc, igualmente, durante mi licencia, en algunos de mis momentos de reposo (antes de dormir la siesta tirado en el sofá, ponele) me he dedicado a pensar en algunas formas de darle un poco mas de actividad, cosa de insuflarle un poco mas de vida.
Pensé, por ejemplo, que debería ponerme como meta escribir al menos tres veces a la semana.
“¡Olvidate! ¡¡Yo renuncio ya!!” escuché decir a mi cerebro. Y ahí me dormí.
Cuando me desperté, ya mas relajado (y medio adormilado y con todos los pelos parados) le aclaré que la idea no sería escribir artículos largos ni nada muy elaborado siempre, sino ir intercalando con cosas cortas, tipo frases, pensamientos o pequeñas anécdotas.
“¿Pero quien sos? ¿José Narosky? ¿Platón? ¿Qué frases y pensamientos interesantes podés llegar a poner vos papafrita? ¿Y anècdotas? Si tu vida fuera mas aburrida serías una piedra ¡Dejate de joder!” me dijo mi cerebro entre risas.
Y ahí ya no nos hablamos mas porque me ofendí. Se la pasa faltándome el respeto. Me tiene harto.

También, hubo otro momento (creo que fue un día mientras me estaba bañando) en el que se me ocurrió una nueva sección para los viernes (porque, no se si se acuerdan, solía haber una sección los viernes). Era algo buenísimo. Novedoso. Con un punch fenomenal.
Lástima que no hay forma de que me acuerde de que cuernos se trataba. Sé que cuando lo pensé, me pareció que era algo que podía andar muy bien, pero bueno, me lo olvidé.
No me extraña. No es la primera vez que me pasa.
Seguramente me voy a acordar de lo que era cuando vea que otro lo hizo antes y gracias a eso se hizo famoso y millonario.

En fin, por todo esto, lo mas probable es que todo siga igual.

Prometo hacer lo mejor que pueda, pero no puedo prometer nada. Ah, claro, ya lo prometí. Bueno, pero no vale porque tenía los dedos cruzados.
No importa.
Igual, como siempre digo, es lo que hay, peor es nada y no por mucho madrugar cuchillo de palo.

Como sea, acá estamos de nuevo señores.

Vamos a ver que pasa.