El sábado fue un día bastante… a ver …. como podría decirlo par que no suene mal ….. choto. Ahí está: choto.
Para empezar, no pude asistir a un gran evento al que estaba invitado.
Un evento que, sin exagerar, podría calificarse de histórico; un evento de una magnitud y una trascendencia tal, que difícilmente pueda definirse con palabras, y, lo que es peor, un evento en el que había comida, detalle fundamental que hizo que mi angustia fuera aún peor y anduviera con el ánimo mas o menos al nivel de los callos durante buena parte de la jornada.
A pesar de ello, sin embargo, y haciendo gala de una entereza que solo los hombres como yo poseemos (hombres muy muy hombres, casi salvajes, primitivamente masculinos diría), en lugar de quedarme llorando en casa decidí aprovechar el tiempo y liquidar algunos asuntos que tenía pendientes.
Por eso, luego de evaluar mis prioridades, me decidí por lo mas urgente y agarré y me fui a la peluquería para arreglarme un poco las chuzas, porque ya tenía el marote como un nido de caranchos y me estaba volviendo loca.
Por desgracia, mi coiffeur o no estaba en uno de sus días mas inspirados o no entendió muy bien mi precisas instrucciones porque me cortó … a ver, como lo digo para que quede bien y no decir choto de nuevo y quedar como un ordinario….. bueno, me cortó como el ojete, lo cual, en un tipo con un atractivo físico tan imponente como el mío, equivale directamente a cometer una herejía.
Gracias a eso, ahora y hasta que la naturaleza haga su trabajo, debo tolerar ir por la vida con un corte de pelo que me deja simplemente muy lindo, en lugar de ser arrolladoramente hermoso como estoy acostumbrado.
Para empezar, no pude asistir a un gran evento al que estaba invitado.
Un evento que, sin exagerar, podría calificarse de histórico; un evento de una magnitud y una trascendencia tal, que difícilmente pueda definirse con palabras, y, lo que es peor, un evento en el que había comida, detalle fundamental que hizo que mi angustia fuera aún peor y anduviera con el ánimo mas o menos al nivel de los callos durante buena parte de la jornada.
A pesar de ello, sin embargo, y haciendo gala de una entereza que solo los hombres como yo poseemos (hombres muy muy hombres, casi salvajes, primitivamente masculinos diría), en lugar de quedarme llorando en casa decidí aprovechar el tiempo y liquidar algunos asuntos que tenía pendientes.
Por eso, luego de evaluar mis prioridades, me decidí por lo mas urgente y agarré y me fui a la peluquería para arreglarme un poco las chuzas, porque ya tenía el marote como un nido de caranchos y me estaba volviendo loca.
Por desgracia, mi coiffeur o no estaba en uno de sus días mas inspirados o no entendió muy bien mi precisas instrucciones porque me cortó … a ver, como lo digo para que quede bien y no decir choto de nuevo y quedar como un ordinario….. bueno, me cortó como el ojete, lo cual, en un tipo con un atractivo físico tan imponente como el mío, equivale directamente a cometer una herejía.
Gracias a eso, ahora y hasta que la naturaleza haga su trabajo, debo tolerar ir por la vida con un corte de pelo que me deja simplemente muy lindo, en lugar de ser arrolladoramente hermoso como estoy acostumbrado.
La verdad, un horror.
Así y todo, y como no soy de los que escarmientan fácil, esto no me detuvo y, decidido a salvar el día, llegada la noche no se me ocurrió mejor idea que proponerle a mi mujer de ir a pasear a la Feria de las Colectividades, un evento que se realiza todos los años por estas fechas y que, afortunadamente, se hace en una plaza que queda a cinco cuadras de mi casa.
Lo lindo de esa Feria (bah, lindo … lo único interesante) no es precisamente el hecho de que haya artesanías ni gente disfrazada con trajes típicos (eso es para las viejas), sino que cuenta con sendos stands con comidas y bebidas típicas de cada región y/o/u país, lo cual es una de las cosas que mas me gusta poder disfrutar (De hecho si alguien me diera a elegir el trabajo de mis sueños, este sería algo parecido a lo que hace Anthony Bourdain en su programa “Sin reservas” – Canal Travel & Living – Miércoles a las 23:00 hs.).
Lo lindo de esa Feria (bah, lindo … lo único interesante) no es precisamente el hecho de que haya artesanías ni gente disfrazada con trajes típicos (eso es para las viejas), sino que cuenta con sendos stands con comidas y bebidas típicas de cada región y/o/u país, lo cual es una de las cosas que mas me gusta poder disfrutar (De hecho si alguien me diera a elegir el trabajo de mis sueños, este sería algo parecido a lo que hace Anthony Bourdain en su programa “Sin reservas” – Canal Travel & Living – Miércoles a las 23:00 hs.).
Morocho brasilero preparador de tragos. Por un momento me sentí en Canasvieiras.
Claro que este sencillo plan contaba con un pequeño error de cálculo. Un detalle fundamental que se me pasó por alto (seguramente porque el mal corte de pelo me alteró la frecuencia de pensamiento): la gente.
No se si alguna vez lo dije, pero una de las cosas que mas me molestan y que de peor humor me ponen en el mundo son las muchedumbres. Y mucho peor si son muchedumbres así medio empelotudecidas de gente caminando despacio sin mirar por donde va, porque está embobada mirando para cualquier lado.
Obviamente era consciente de que en una Feria así iba a haber gente pero, sinceramente, no se me ocurrió pensar que habría tal cantidad.
Caminar entre los stands resultaba poco menos que insoportable.
Detenerse en alguno de ellos intentando degustar algún plato, directamente imposible.
Luego de dar un par de vueltas de reconocimiento (vueltas en las que con mi mujer fuimos sistemáticamente empujados y pisados mas veces de las que pudimos contar), y viendo que ya eran pasadas las nueve y media de la noche y el hambre comenzaba a pasar factura (porque encima fuimos sin cenar para comer ahí. Somos re locos) nos dispusimos a encarar la horrenda tarea de intentar conseguir algo para comer.
Pero no. No se podía.
En cada stand mas o menos piola, tipo el de México (en el que preparaban unos tacos que se veían increíbles), el de Irlanda (que tenía enormes chopps de cerveza negra tirada), el de Alemania (donde ofrecían unas enormes salchichas con chucrut) o el de Siria (con su clásico shawarma), había colas de no menos de treinta personas (la mitad de ellas, por supuesto, compuestas por viejas rompebolas y gente con cara de “¿A ver que hay acá?”) lo cual daba un tiempo de espera que, sin exagerar, no bajaba de los veinte minutos.
Y si hay algo que odio mas que a las muchedumbres, es tener que esperar en medio de una muchedumbre. Y encima para comer.
Luego de varios infructuosos intentos, mi mujer decidió probar suerte por su cuenta en el stand de Italia y ver si podía conseguir una pizza, cosa que logró luego de mas o menos diez o quince minutos gracias a su determinación y, especialmente, a que cuando le da hambre se pone mas caprichosa que de costumbre.
Lo interesante del caso fue que lo único italiano de la pizza (una individual bastante piojosa) era la bandera que adornaba el stand, porque por lo demás era de lo mas ordinaria (Encima lo mas “italiano” que hacía el que la preparaba era ponerle un condimento arriba del queso y luego rociarla con aceite de oliva, cosa que mi mujer le pidió que no hiciera porque, según sus palabras “Andá a saber que es eso que le pone, capaz que es picante y no me gusta”).
Yo, a esa altura, entre que no podía comer lo que quería, y ya estaba podrido de caminar entre tanta gente, me iba poniendo cada vez de peor humor, así que antes de encularme del todo y empezar a romper cosas o pegarle un voleo la próxima vieja que me chocara me armé de paciencia, fui al stand de Brasil, esperé, esperé, y me compré una caipirinha (porque no me pensaba ir sin tomarme aunque sea una).
Luego de dar un par de vueltas de reconocimiento (vueltas en las que con mi mujer fuimos sistemáticamente empujados y pisados mas veces de las que pudimos contar), y viendo que ya eran pasadas las nueve y media de la noche y el hambre comenzaba a pasar factura (porque encima fuimos sin cenar para comer ahí. Somos re locos) nos dispusimos a encarar la horrenda tarea de intentar conseguir algo para comer.
Pero no. No se podía.
En cada stand mas o menos piola, tipo el de México (en el que preparaban unos tacos que se veían increíbles), el de Irlanda (que tenía enormes chopps de cerveza negra tirada), el de Alemania (donde ofrecían unas enormes salchichas con chucrut) o el de Siria (con su clásico shawarma), había colas de no menos de treinta personas (la mitad de ellas, por supuesto, compuestas por viejas rompebolas y gente con cara de “¿A ver que hay acá?”) lo cual daba un tiempo de espera que, sin exagerar, no bajaba de los veinte minutos.
Y si hay algo que odio mas que a las muchedumbres, es tener que esperar en medio de una muchedumbre. Y encima para comer.
Luego de varios infructuosos intentos, mi mujer decidió probar suerte por su cuenta en el stand de Italia y ver si podía conseguir una pizza, cosa que logró luego de mas o menos diez o quince minutos gracias a su determinación y, especialmente, a que cuando le da hambre se pone mas caprichosa que de costumbre.
Lo interesante del caso fue que lo único italiano de la pizza (una individual bastante piojosa) era la bandera que adornaba el stand, porque por lo demás era de lo mas ordinaria (Encima lo mas “italiano” que hacía el que la preparaba era ponerle un condimento arriba del queso y luego rociarla con aceite de oliva, cosa que mi mujer le pidió que no hiciera porque, según sus palabras “Andá a saber que es eso que le pone, capaz que es picante y no me gusta”).
Yo, a esa altura, entre que no podía comer lo que quería, y ya estaba podrido de caminar entre tanta gente, me iba poniendo cada vez de peor humor, así que antes de encularme del todo y empezar a romper cosas o pegarle un voleo la próxima vieja que me chocara me armé de paciencia, fui al stand de Brasil, esperé, esperé, y me compré una caipirinha (porque no me pensaba ir sin tomarme aunque sea una).
Otro morocho brasilero preparador de tragos preparando mi caipirinha, cosa que hacía sin dejar de bailar al ritmo del samba. Esta es una de las varias fotos que le sacó mi mujer. No se por qué tantas si con una alcanzaba.
Y esa fue mi única satisfacción de la noche.
Por lo demás, fui con toda la ilusión de atiborrarme de comidas regionales, y lo único que terminé comiendo fue un “exótico” choripán. (Bueno, en realidad uno y cuarto, porque cuando estaba esperando en la fila para comprarlo mi mujer me dijo que comprara dos porque solo había comido un pedacito de la pizza que se compró ella y con uno seguro me quedaba con hambre, así que le hice caso, me compré dos y le di uno a ella para que me lo tenga mientras yo daba cuenta del primero. Ella lo mira, le da un mordisquito y luego de decir “Uh que bueno que está esto” ese supuesto segundo choripán destinado a que yo no me quedara con hambre comenzó a desaparecer lentamente entre sus manos hasta quedar reducido a tan solo unos pocos centímetros).
Parrilla de comida exótica. Los lugareños lo llaman "chorizo" y lo comen cortado al medio en forma longitudinal y dispuesto entre dos piezas de pan. Esto se denomina "choripan". Yo lo probé y es muy bueno.
Luego de eso, con mas hambre que satisfacción (al menos en mi caso) vimos un ratito un recital de música celta y, como la cosa ya no daba para mas y cada vez parecía haber mas gente, nos fuimos a casa.
Vista del escenario durante el recital de la banda que tocaba musica celta. Estuvieron bastante bien, lástima que no me acuerdo como se llamaban.
El ambiente era muy familiar, como se puede apreciar por los dos jovatos haciéndose los acaramelados de la foto.
En conclusión, la Feria está muy bien. Cada año la ponen un poco mejor, se ve que hay esfuerzo, todo muy lindo, todo muy vistoso, todo muy familiar, pero yo me fui re caliente y con hambre
Y la gente, como siempre, lo arruina todo.
Parece que no entienden que cuando llego yo deben abrirme paso como si fuera Moisés ante el Mar Rojo. No entiendo. No es tan difícil.
Pero bueno, igual el año que viene pienso volver, porque me quedaron varias cuentas gastronómicas pendientes y no lo pienso dejar así.
Y lo voy avisando desde ahora: Voy a ir y voy a darme el gusto de comer todo lo que quiera, aunque tenga que ir armado con un palo para abrirme espacio.
Así que ya lo saben. Córranse.
15 comentarios:
Eso le pasa por no ir al evento que con inmenso cariño lo esperaba.
Claro, el señor tiene tiempo para ir a hacerse la beauty pero no para reunirse con perfectos deconocidos.
Me asustó.
Cuando dijo que en lugar de asistir al apoteótico evento se quedó en su casa aprovechando el tiempo libre para liquidar algunos asuntos que tenía pendientes pensé en el asesinato de su mujer y su suegra pero sólo se corto el pelo y fue a morfar a la feria de las colectividades.
Todo bien (aunque igual garcó a toda la muchachada como desde arriba de un puente....)
¡Bien, muy bien! Así tenía que ser sino ¿qué clase de RENEGADO serías?
ji ji ji..."desde arriba de un puente..." ji ji ji
Bugman: Le aseguro que nadie lamenta mas que yo el no haber podido asistir, pero ser un sex symbol es un trabajo de tiempo completo.
Además tenía que hacer algo para levantarme el ánimo. Lástima que ni eso me salió bien.
Carugo: Nonononono, yo no garqué a nadie. Aún de haber podido asisitir al magno evento, de todas formas hubiera podido ir a la Feria porque uno era al mediodía y el otro a la noche.
No siembre discordia que ya bastante me la van a hacer pagar esta ausencia.
Profe: ¡¡No!! ¡¡No!! No fue así. Yo soy un Renegado bueno, pero tengo una vida complicada. Nada mas. Yo no los garqué. De verdad. Creanmén.
Música Celtaaaa niiicee!!
Bueno, por esa cuestión de la muchedumbre yo no quiero ir a la expo esa "Animate" de animé que se hace dentro de dos semanas, donde va a estar el loco que hace la voz de Goku en Dragon Ball...si el jardín japonés es una lata de sardinas cuando hacen cualquier festival boludo, no quiero ni imaginarme como va a ser eso.
Dónde es que se hacen esas ferias? Me encantan. El sábado próximo en Bellavista va a haber una toda medieval, con musiquita y comida también parece.
OIGA !!
quien es el kinesiologo de "ya sabe quien" ?
nada mejor para recuperar "ya sabe que" que caminar durante horas entre una muchedumbre hambrienta y pelotudisada, no?
ud cada vez me desconcierta más !
diga que con el nuevo corte de cabello segurametne no debe haber quedado muy distinto a la escoba que lo ilustró en "ya sabe donde"
no me siento tan mal de haber hecho la sugerencia de "ya sabe que"
Zoqueta: Uh! No sabía lo de la expo de animé. Ahora voy a desear ir y no voy a poder. Bueno, avisame cuando se haga la de cómics, que yo siempre me entero tarde.
La Feria fue en Quilmes, pero ya terminó. El año que viene te aviso con tiempo y si te portás bien te concedo el honor de que me compres algo.
Briks: En honor a la verdad el kinesiólogo había dicho que fuera de casa usara la muleta, pero como el evento era cerca fuimos desobedientes.
Y no fue una busna idea, por eso nos volvimos al rato nomás.
Y si quedé muy distinto para que sepa .... La escoba tiene mas onda.
Vea, si usté hubiera concurrido al evento al que estaba invitado en primer término, seguramente los otros invitados no lo habrían pisado y empujado sistemáticamente. Había gente, es cierto, pero no calificaba como amontonamiento.
Además, a nadie se le habría ocurrido someter a su señora a un pogo para conseguir un trozo de pizza fría. Lejos de eso, conmovidos por su 'condición', le habrían acercado el plato hasta el asiento. O los asientos, porque también había uno preparado para poner la pierna extendida.
El resultado gastronómico habría sido otro: En lugar de un choripan y cuarto, por lo menos tres. Cada uno.
Y eso sin mencionar la vaquita para el remis.
Pero deje... total...
Un saludo.
No se perdió gran cosa, hizo bien Renegado.
Fue un asadito de lo mas mediocre, escaso (apenas sobraron unos 2 kg de un vacio tiernísimo y un asado de tira demasiado sabroso, aunque ambos un poco chamuscados por un artero incendio que me resultó bastante difícil de apagar), y una sobremesita de casi 6 horas en la que no paramos de reirnos de idioteces.
Además su mujer capaz que se intercambiaba teléfonos con las nuestras (que por cierto, en la cocina se juntaron en un aparentemente muy divertido aquelarre) y quien sabe que puede resultar de algo semejante...usted con su hábil maniobra ha quedado al margen de ese peligo que el resto de los MIB corremos ahora.
Lástima que su timidez no nos dejo lugar a hacer los preparativos del caso.
Para la próxima vez que nos juntemos, voy a invitar a su peluquero también.
Y por lo que mas quiera tráigame al kinesiólogo-eminencia de su mujer, que ando con un dolor en las cervicales tremendo.
Tenga un hermoso día. De corazón se lo digo.
Yoni: Ya lo se!! Ya lo se!!!! Pero de verdad, no podíamos ir. No me mortifiquen mas.
(Parecen un grupo de novias despechadas).
Viejex: Si que perdí. Hace mucho que no comparto un asado con amigos (aunque en este caso eran un grupo de desconocidos, pero bueno ... un asado es un asado).
Por ahi los que no se perdieron de gran cosa fueron ustedes ... Bueno, no, la verdad que si ... Se perdieron de conocerme a mi que soy un tipo de lo mas encantador y simpático como pocos.
Tenga un hermoso día Ud. también.
No se preocupe, Renegado, la verdad es que...snif.. (no, Pablo. Te prometiste que no ibas a hacer esto) La verdad es que...no, no puedo hablar....suerte, Renegad...
(llanto desconsolado)
Pablo: No se ponga así joven. Ya tendrá oprtunidad de conocerme. Y ahi si capaz que le dan ganas de llorar. No se gaste ahora.
Ah, pero mire usted qué bonito. Nosotros luchando a brazo partido contra un chulengo y usted dandose la vida la loca. Diga que la escoba nunca nos haría algo así.
¿Qué hizo a la noche? ¿Se fue a bailar? ¿Hizo bungie jumping?
A propósito, ¿ya conté que hace una ladilla colgando del hilo de un tampón?
Y 14.
Para Yoni.
Mariano: No, imagino que no. Seguro que hasta ya le están ofreciendo también que escriba en mi espacio. Por ahí la escoba es mas exitosa.
Y a la noche me fui a dormir. Soy una persona mayor y estaba cansado.
Si lo contó no me acuerdo. Si quiere tire el remate que acá se puede decir cualquier cosa.
Publicar un comentario