jueves, 12 de julio de 2007

Shopping

Para que no se forme la falsa imagen de que soy únicamente un casi infinito conglomerado de virtudes, voy a revelar aquí uno de mis muy escasos defectos, o sutiles mínimas falencias para decirlo mejor, de manera que puedan ustedes humanizar mi imagen y dejar de verme como un ser perfecto e inalcanzable (además de muy muy muy humilde).
Como para poder hallar algo que fuera poco menos que genial en mi tendría que escarbar muy profundamente en mi interior, y no tengo muchas ganas, voy a comenzar con algo, digamos, mas superficial, y que como me sucedió hace poco, me facilita mucho la tarea.
Bien. Sucede que tengo un "temita" con el hecho de comprar cosas.
Para que quede mas claro: no sé comprar.
Si. Así como lo leen.
Soy un perfecto desastre a la hora de comprar algo, sea para mi o, mucho peor aún, si es algo para regalar.
Soy horrible en ese menester. Siempre lo fui y, probablemente, siempre lo seré.
No me genera ni el mas mínimo atractivo el hecho de ingresar a un local, interactuar con el vendedor de turno, y proceder a efectuar la transacción comercial de referencia con el fin de adquirir un producto.
O sea, y para que no se malentienda en caso de que deseen hacerme obsequios, me gusta tener cosas. Me gusta mucho. Lo que no me gusta es el "acto" de comprarlas.
Lo peor del caso, es que eso no me sucede únicamente con ciertos rubros medio específicos o poco habituales, sino que me suele pasar con todo, así tenga que comprar algo en el kiosco, en la panadería, en la tienda de ropa, en la casa de electrodomésticos o en la mueblería.
El hecho es que si no voy absolutamente decidido, con mi mente cerrada y únicamente concentrada en el objeto a adquirir, y terriblemente convencido de que eso es exactamente lo que quiero y necesito (y por supuesto a un precio razonable) es altamente improbable que el resultado de la operación sea satisfactorio (en especial para mi bolsillo).
Encima soy de esa clase de cliente que se distingue a cientos de kilómetros de distancia. De esos a los que los ladinos vendedores (gente perversa si la hay) suelen referirse como "papita pa’l loro", o "pancho a las doce en punto" cuando hablan entre ellos murmurando (porque sepan que los vendedores se hacen los amables, pero cuando ustedes se van les sacan el cuero), mientras me miran de reojo y se arrojan en manada hacia mi desorientada persona, como una jauría de lobos hambrientos de comisiones.
Estoy seguro de que se me debe notar que soy una presa fácil.
Es como si llevara un cartel luminoso en la frente que diga "Dale, cagame, vendeme cualquier basura que yo te la compro".
Para empezar, tengo la horrorosa, pésima y totalmente estúpida costumbre de autogenerarme una especie de "compromiso" con el vendedor, cuando se me da por ingresar a un local para hacer alguna consulta.
Es como si por pronunciar la frase "Bueno, cualquier cosa después me doy una vuelta" estuviera empeñando mi palabra de honor, junto con la dignidad de todos mis antepasados y, en caso de no cumplir con ello, una maldición pagana fuera a caer sobre mi, para eternizarme en un sufrimiento perpetuo.
Esta inentendible actitud, ha provocado, en mas de una oportunidad, que no pudiera abandonar un comercio tranquilamente sin llevarme algo, aunque no lo necesite o no me guste realmente.
O sea, me he llegado a comprar algo que no quería o que no pensaba comprarme, solo por "no quedar mal" con el vendedor (Si, ni yo lo termino de entender. A veces me doy lástima).
Soy tan pavote (por eso me dicen "Remo" … porque soy "pa bote" … chiste pésimo … Perdón … Es que tengo sueño), que capaz que necesito comprar una lapicera y me terminan vendiendo una baldosa del piso, rota, y, encima, carísima.
Padezco además, y como para agravar aún mas mi sufrimiento, de un terrible desfasaje monetario/temporal, cuyo síntoma principal está dado por una alteración de conciencia que mantiene en mi mente la idea de que aún estamos en plena convertibilidad, y que las cosas deberían estar a un precio accesible, por lo que todo, pero absolutamente todo, me resulta excesiva y horrorosamente costoso a la hora de adquirirlo, lo cual me provoca sendos ataques de espanto a la hora de consultar precios.
Por esta causa, cada operación de compra de algún producto y/o/u objeto, desata en mí una furiosa batalla interior entre mi parte idiota que no quiere quedar mal con el vendedor que se molestó en atenderme, y mi parte "cuidadosa" del dinero, que no quiere abonar sumas excesivas en algo que al final no debe ser tan necesario.
Por último, y como si todo lo anterior no me fuera suficiente, también soy insoportablemente indeciso.
Aunque tenga mas o menos bien visto lo que voy a comprar, siempre me queda una duda dando vueltas y, como si fuera a propósito, siempre parecen cruzarse en mi camino cosas que se me hacen mas atractivas de adquirir, justo en el preciso momento en que ya casi tengo cerrada la operación original.
Esto muchas veces me ha hecho cambiar de planes ahí mismo, en territorio enemigo y bajo la penetrante mirada del vendedor, lo cual, si se tiene en cuenta todo lo que expliqué anteriormente, ocasiona que casi siempre (mas bien siempre), termine comprando muy mal.
Todo esto viene a colación, porque hace poco debí comprar un regalo de cumpleaños.
Obviamente solicité con anterioridad precisas instrucciones dada mi natural incapacidad de elegir algo apropiado, por lo que se me sugirió que consiguiera una linda agenda.
- Fácil – pensé - Voy, pido una agenda, pago, y me vuelvo triunfante.
Por supuesto, en la primer librería a la que entré no encontré lo que yo tenía en mente (porque me lo habían descripto con todo detalle para evitar inconvenientes).
Si, tenia varios tipos de agendas, pero no la que yo buscaba.
Obviamente, la señorita vendedora se apresuró a intentar convencerme de llevarme alguna de las que tenía ahí, notando, seguramente, como buen depredador que es, mis evidentes gestos de inseguridad.
Mi primer impulso, debo reconocerlo, fue comprar lo primero que me puso en las manos, pero lo resistí.
Al grito de "¡¡NO!!" le propiné a la expectante señorita un poderoso empujón, lanzándola contra un estante de cuadernos y lapiceras que se desarmó estrepitosamente al impacto, desplomándose completamente sobre ella. De inmediato, le arrojé esa agenda que intentaba venderme por la cabeza (porque NO era la que yo quería) y salí corriendo aparatosamente, antes de que fuera demasiado tarde y la terminara comprando.
Luego de huir durante varias cuadras de un señor grandote y medio mal llevado que salió a perseguirme empuñando un compás y gritándome que me iba a asesinar diez veces (aparentemente era el padre de la chica, además del dueño de la librería), comencé a buscar algún otro negocio del rubro.
Le pregunté a un kiosquero si conocía alguna librería, me dijo que no sabía y me vendió dos paquetes de pastillas, un atado de cigarrillos y un encendedor (y eso que yo no fumo).
Después se me ocurrió preguntarle al tipo disfrazado de payaso que vende globos en la peatonal, asumiendo que como está todo el día en la calle debía contar con amplios conocimientos de la ubicación de los locales comerciales.
Tampoco sabía, pero me vendió una Pantera Rosa hecha con globos.
Finalmente le pregunté a uno de esos hippies que venden porquerías tirados en trapos en la vereda. Este si sabía. Me dio las indicaciones del caso, y me vendió tres collares y cuatro paquetes de sahumerios.
Llegué al local, fuertemente concentrado en comprar exactamente lo que yo quería o nada.
- Podes no comprar nada. Podés no comprar nada. – me repetía mentalmente – No tenés obligación. No tenés obligación.
- ¿Señor?
– escucho decir a una sonriente joven que me observa detrás del mostrador.
- ¡¡No tengo obligación de comprar nada!! – le contesté medio levantando la voz, mirándola fijo y agitando mi pantera rosa de globos.
- No señor, por supuesto – me respondió la señorita mirándome como si estuviera loco.
- Ah si, perdón – le respondo recomponiéndome un poco - Buenas tardes. Estaba buscando una agenda – solicito sin pérdida de tiempo, y esperando que me diera exactamente LA agenda que yo buscaba como por arte de magia, para que todo terminara lo mas rápido posible.
Ella se dio vuelta, y con una amplia sonrisa, mezcla de una gran suficiencia con algo de malicia, realiza un ampuloso gesto con el brazo como recorriendo el aire en un gran arco y dice:
- Tiene todas estas para elegir.
Ahí se me cayó el mundo (por no decir el culo que queda feo).
Habría fácilmente como 200 modelos de agendas de todo tipo tamaño color, forma y la reputa que lo parió.
Me quedé mirando el estante en silencio mas o menos durante unos 15 o 20 minutos, con la mente en blanco.
- ¿Buscaba alguna en especial? - insistió la perversa muchacha.
- Una agenda - repetí automáticamente y comenzando a ser paralizado por mi inutilidad.
- Si, bueno, ¿Pero de que tipo? Tengo de cuero, de plástico, forradas, con cierre, sin cierre, con abrojo, con repuestos, lisas, con motivos, grandes, medianas, infantiles, con stéreo, sin stéreo, enteras, descremadas…
- ¡Una agenda!
- volví a decir sin dejar de mirar la inmensidad del estante cargado de agendas y ya con cierta angustia en la voz.
- Bueno, le puedo ofrecer esta – dijo la bruja tomando una agenda de gigantesco tamaño, que debía ser la mas grande, pesada y masculina que había.
La tomé, la abrí, la di vueltas, la miré, la analicé, la cerré, la volví a abrir y la volví a cerrar, lamentablemente todo esto aún con la mente absolutamente en blanco.
- Bueno, la llevo - dije finalmente, perdiendo una batalla mas en el campo de las compras.
- Fantástico – dijo ella con aire triunfal, sabiendo que la victoria era suya.
Me la envolvió con un coqueto detalle, pagué y me fui, una vez mas, como tantas otras, habiendo adquirido algo que no era lo que en un principio pensaba comprar ya que la agenda en cuestión era para mi hermana, quien en caso de que necesite trasladarla de un sitio a otro deberá pagarle a alguien que lo haga en su lugar, dado que seguramente pesa mas que ella.

En fin, como se ve, incluso personas tan extraordinarias como yo tienen sus pequeñas limitaciones.
Si, ya se que parece increíble, pero es así.
Por eso, y ya que estamos, desde este humilde espacio hago un llamado a la solidaridad de todos aquellos que tengan un negocio, de lo que sea.
Les pido que estén atentos.
Si alguna vez ven ingresar a su local a un tipo muy muy parecido al del dibujito que me representa, puede que sea yo.
Tengan piedad, sean buenos, y no intenten venderme cualquier cosa, porque lo mas probable es que se las compre y me arruinen el día.

Y ahora me voy.

Hay una compañera de trabajo que vende sábanas y toallas, y me dijo que quería preguntarme algo.

14 comentarios:

MM dijo...

Tengo un Ford Taunus 82 gris, está enterito y con pocos kilómetros.

Dónde te lo llevo, lo mirás sin compromiso.

Renegado dijo...

Groncho: ¿Cómo sabía que me estaba queriendo comprar un auto?
Bueno, lo vemos.
Saludos.

Faby dijo...

Jajaja, me encantó! mire, ya pensó a donde va a ir de vacaciones?? yo le cuento, tengo una promo de un hotel frente al mar, c/spa, traslados, excursiones, etc etc etc... MARAVILLOSO!!
Me avisa? le estoy mandando los folletitos :D, sin compromiso, he?
Besitooooooooooo
(yo no soy indecisa a la hora de comprar, pero soy shopping-adicta, las compras me pueden!!)

Renegado dijo...

Faby: Le agradezco, pero las vacaciones son un tema complicado para mi. A lo sumo me podría tomar un fin de semana. No mas.
Igual unos días de spa no me vendrían nada mal.
Besos.

Calio dijo...

Jajaja, en mi adolescencia padecí de esa misma "deficiencia" que me hizo soportar las burlas de mi flia por años. En fin, ya cambié y no me venden buzones y lo mejor es que puedo dejar a un vendedor con 45 tipos de jean sobre el mostrador e irme sin remordimientos. Hágame caso, entrénese con mujeres, al parecer lo llevamos en los cromosomas a eso de saber comprar.

O piense que los vendedores no son seres humanos, cosa que tb hago a menudo.

le vendo besos
:-)

Renegado dijo...

Calíope: Le aseguro que tengo ese entrenamiento. Mi esposa cuenta con un "Master en compra" pero conmigo no hay caso.
Y lo vendedores, sean humanos o no, siempre me van a generar desconfianza, y aún asi van a conseguir que sienta cierto remordimiento si no les compro nada.
El problema soy yo, no ellos. Al fin y al cabo ellos solo cumplen con su miserable labor de intentar vender cualquier porquería mediante engaños y falsa simpatía.
Besos.

Bugman dijo...

Padezco de la misma tara. Por eso suelo comprar por Internet, viendo la foto del producto y una engañosa descripción. Preparo mi alma para la más cruel de las decepciones mientras espero que me envíen lo que compré, y luego maldigo por unas horas. Cuando me llega la compra, ya estoy en paz conmigo mismo.

Renegado dijo...

Bugman: Lo felicito por su valentía.
No permita Dios que yo algún día me anime a hacer compras por internet, porque podría ser algo trágico.
Afortunadamente, además de todo, también soy paranoico.
Saludos.

Zoqueta dijo...

Jajajajajaaaaaaaaaaaaaa
Bueno yo no es que tengo facilidad para que me puedan convencer y comprar cualquier cosa, pero sí que a veces salgo y termino volviendo a mi casa con ALGO que compré, por esa estúpida necesidad de gastar aunque sea 5 pesos. Igual, casi siempre siempre son cosas que termino usando (Salvo boludeces que bueno, tu sabes, este cerebro como que pide alimentarse de pelotudeces).
Igual, sí que a veces uno quiere huir de los locales. Eso de la agenda, jajaja, es re común con la ropa...que vas a comprar algo, como ser un jean negro y te terminan ofreciendo una remera de piel rosa, EN FIN...
Ya que tamos, te recomiendo nunca entrar a un C y A, porque sos manipulable, te van a convencer de sacar la tarjeta y vas a perder 1 hora de tu valioso tiempo...ag.

Saludine ^^

Renegado dijo...

Zoqueta: No te preocupes que jamás voy a entrar en un CyA. Ya el simple hecho de que esos molestos jóvenes me asalten en la calle para preguntarme si tengo la bendita tarjeta cada vez que paso por la vereda del local, me enerva.
Besines :P

Anónimo dijo...

No está bueno que el vendedor SIEMPRE diga "este es el que tengo yo en casa y anda bárbaro?" (sea "este" una estufa, heladera, discman, traje, zapatos, cuaderno, hamburguesa con queso, etc)

No es maravilloso que 15 minutos después de comprar algo, SIEMPRE tengamos que aguantar que alguien de nuestra cercanía nos diga "UH CÓMO NO ME AVISASTE PESCADO, YO TENGO UNO AHI TIRADO, TE LO DABA O TE LO VENDIA POR DOS MANGOS"?

No es genial que transcurridos escasos 20 dias de la compra, el fabricante anuncie con bombas y platitos un modelo MUY superior al nuestro, a un precio MUY similar al que pagamos nosotros? (O peor, que el modelo ya existía, costaba tres monedas más, y el vendedor no se dignó ofrecerlo como posibilidad)

En lo personal, la cruz que acarreo es tener que comprar algo junto con mi novia; yo antes de decidir, necesito recorrer al menos 8 negocios que vendan ESO; en cambio mi novia sale del segundo negocio, ya de visible mal humor, y ya entrando al tercero anuncia "de acá salimos con el coso ése comprado". (Al margen: Con esa metodología me habrá elegido a mí? OMG WTF) Por lo que he optado por hacer mis rallys de compras en soledad...

Renegado dijo...

Plastiquito: Ante todo bienvenido.
Todos los "clichés" de los vendedores serán parte de alguna nueva entrega. No los incluí en esta porque se me iba a hacer muy largo y después el público se me queja.
Y en cuanto a su novia, no quiero ser metepúas pero si, seguramente lo haya elegido así.
Saludos.

The Bug dijo...

Don Renegado, sin dudas sus posts mejoran día a día.
Si no me hubiera convencido que es mejor no gastar dinero en vano, le estaría mandando un giro de algunos cientos de pesos para solventar los gastos de mantenimiento de su página.

Renegado dijo...

The Bug: Por lo primero, gracias. Se aprecia el comentario.
Por lo segundo, tampoco hay que seguir mis consejos al pie de la letra, suelo equivocarme seguido, es mas, no me haga caso, soy un desastre.
Quedo a la espera del cheque. Gracias.
Saludos.