martes, 6 de febrero de 2007

Viajes y viejas II (El regreso)

Para aquellos que no saben de que se trata esto, podría poner un lindo link aquí y dirigirlos a la primera parte. Pero no. No lo pongo nada. Búsquenla ustedes, o quédense con la duda. Hubieran venido antes, no les costaba nada. Ahora encima son cómodos y quieren estar a un click de todo; no señor, esfuércense como los demás.

(Igual no está mucho mas abajo, no sean llorones…)

Tema de hoy: La cesion del asiento o "justo te parás aca maldita vieja insufrible"

Bien, como si el solo hecho de tener que tomar el inmundo colectivo sobrecargado de gente olorosa no fuera castigo suficiente, ya contamos con rugoso espécimen a bordo, visiblemente dispuesto a arruinarnos aún mas el viaje, el día y la poca salud mental que nos queda.
Con su boleto ya en la mano, la anciana, obviamente sin soltarse aún de la máquina, cosa de molestar ahí hasta el último segundo, realiza un lento, lentísimo, medio giro para quedar de frente al pasillo. Desde allí, muy rápidamente (porque para eso si ve perfectamente bien) detectará cual hiena hambrienta, al primer ejemplar del sexo masculino que tenga la vil osadía de estar ocupando un asiento.
De inmediato, en una magistral demostración de aptitud actoral, su rostro adoptará una expresión lastimera y conmovedora. Unos ojos tristes acompañarán los gestos y gemidos provocados por esos supuestos dolores que, aparentemente, la comienzan a afectar de repente, casualmente justo en el instante en que se subió al colectivo y notó que no quedaban asientos disponibles.
Al fin, en medio de una sinfonía de quejidos, suspiros, y miradas que buscan inspirar el apoyo y la compasión de los demás pasajeros, se dirigirá, probablemente arrastrando uno o los dos pies y exagerando su natural falta de equilibrio, hacia el pobre incauto seleccionado, a fin de colocarse a su lado y, a la brevedad, forzar la entrega del asiento. Vieja zorra.
Si la víctima (el tipo, obvio) tarda mas de siete segundos en ponerse de pie, comenzará a recibir todo tipo de "indirectas físicas" como, por ejemplo, desagradables apoyadas de panza en el hombro, molestos golpeteos con la bolsa, cartera o cualquier cachivache que la vieja traiga consigo y/o golpes varios producto de simuladas pérdidas de equilibrio, entre otras sucias artimañas.
Sumado a todo esto, se verá convertido en el blanco de una andanada de miradas acusatorias de parte del resto del pasaje porque, claro, todo el mundo es recontra educado y archi respetuoso de los mayores, cuando no son ellos los que van sentados. Malditos hipócritas.
Finalmente la ladina anciana conseguirá su macabro objetivo, y desalojara triunfalmente al pobre hombre de su asiento, sin remordimiento alguno y con notorios aires de superioridad.
Y aquí hago un paréntesis ( ) … ahí está, para explayarme en algo sobre este punto.
Supongamos que el viaje es a las siete de la tarde. El hombre que iba sentado es un pobre tipo cansado, que estuvo laburando todo el día, que comió mal, que se hizo malasangre, que tal vez anduvo de un lado para el otro, maltratado por sus superiores, soportando un trabajo que no le gusta y con el que apenas gana para llevar una vida decente, y que encima de todo eso tiene que soportar la tortura de viajar en colectivo todos los putos días. Bueno, ese tipo le tiene que dar el asiento a una anciana que probablemente no haya hecho mas que estar con el culo aplastado en una silla toda la tarde, tomando mate con facturas en lo de la nuera, la cuñada, o una vieja amiga, y que no tiene mejor idea que viajar en el horario pico y subirse en el colectivo mas lleno que pasa. ¿Es justo eso? ¿Eh? ¿Eh?
Lo respondemos en el próximo bloque. Vamos a un pequeño corte, señor director. Enseguida volvemos.
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Bien, continuando. La momia se sentó al fin.
¿Será que ahora ya se queda tranquila y no molesta mas?
NO!! Por supuesto que no!!!.
Ahora procederá de la siguiente manera:

Situación A: es verano y la temperatura es de mas o menos 45º C a la sombra (lo cual hace que un colectivo lleno se convierta en una sucursal del infierno sobre ruedas). Al momento de tomar posesión del asiento, la anciana procederá, indefectiblemte, a cerrar la ventanilla porque "el viento le molesta". ¡¡Vieja del demonio!! ¿¿¿ Así que las personas con sangre nos tenemos que derretir solo porque a vos te molesta el viento??? ¿¿¿Te preocupa que se te desacomoden esos 26 pelos mal teñidos que tenés en el marulo???

Situación B: es invierno y la temperatura es de -5 º bajo cero. En cuanto se sienta o luego de cinco minutos (como mucho), la horrenda viejecita seguramente abrirá la ventanilla porque "se descompone y le falta el aire". ¡¡¡¡Pero la reputa que te re pario!!!! ¿Por qué no te quedas en tu casa será de Dios y la recalcada #&¡@*% que te pario!!!

En ambos casos, encima, es altamente probable que dado su estado de chotez, la ventanilla represente un obstáculo invencible para la vieja, por lo que se verá obligada a solicitar la asistencia de algún gil que tenga a la mano, para transformarlo automáticamente en su abridor/cerrador de ventanillas personal, tentando a la suerte y poniendo peligrosamente a prueba los límites de la paciencia humana.
Sin embargo, aunque parezca mentira, a pesar de todo lo anteriormente expuesto, siempre será mejor darle el asiento a la vieja, a que deba permanecer de pie.

¿Cómo? Está loco. ¿Por qué? Se preguntarán ustedes…

Eso será explicado en la próxima entrega, les responderé yo, para luego marcharme haciendo pasitos de murga con la gracia inigualable de una ceveza sin alcohol.

6 comentarios:

Calio dijo...

Juro que cuando sea una vieja chota voy a tener un bastón (aun cuando no lo necesite) y voy a golpearles los tobillos a todos los que me hinchen las pelotas.
O para divertirme, no se.
Es la última venganza...

besos

Renegado dijo...

Caliope: Es probable que eso mismo hayan pensado todos esos que ahora son viejos y disfrutan de molestar de las mas variadas maneras a los que no lo somos.
Así anda el mundo ...

Anónimo dijo...

Debo reconocer que cuando era adolescente les daba el asiento... hasta que un día un viejo me lo pidió, le cedí el asiento y a las dos cuadras se lo cedió a una mina. Ahora si me lo piden digo que tengo hemorroides. Besos!

Renegado dijo...

Vero Yo también suelo mentir para no dar el asiento. Un día dije que estaba embarazado, pero no sé cómo se dieron cuenta y me bajaron a patadas del colectivo. Hay que tener cuidado.

Señorita Cosmo dijo...

Esa gente es una especie malvada.
Calíope jura que tendrá un bastón, yo juro que mi abuela (QEPD) tenía uno sólo para andar en colectivo!
(habría que prohibir la venta libre de bastones. Los bastones deben ser de venta bajo receta sextuplicada!)

Anónimo dijo...

JUA JUA JUA JUA ¡¡NOOOOO!! QUE HDP