Pero no un carro común y silvestre, no, no; pasa un carro enorme de ejes oxidados y rechinantes, con maderas desvencijadas y crepitantes, y adornado con cascabeles, campanitas y todo tipo de chirimbolos que hacen ruido. Un carro que es tirado por un caballo con catarro y conducido por un paisano sordo que se la pasa gritando porque transporta a seis integrantes de una murga que van ensayando con sus bombos y redoblantes.
Es un carro que aparentemente hace tanto, pero tanto ruido, que logra que mis palabras se pierdan para siempre en la inmensidad del vacío y no lleguen jamás a destino.
Y por destino me refiero, mas precisamente, a los oídos de mi mujer.
Permítanme que les cuente.
Resulta que desde hace, pongámolse, un siglo, mi mujercita me viene rompiendo las pel … perdón, me viene insistiendo en reiteradas oportunidades, conque era necesaria, casi indispensable, la adquisición de un "mueble con cajones" para el dormitorio, con el propósito de guardar algunas cosas que teníamos ahí dispuestas en dos o tres cajas y que, según ella, hacían que la habitación "parezca una villa".
"¿Pero que clase de mueble?" preguntaba yo en cada oportunidad.
"No sé. Cualquiera. Uno con cajones" respondía ella con soltura.
"No, cualquiera no, oh amada mía" acotaba yo "Debes tener en cuenta de ha de ser un mueble que mas o menos combine con los que ya poseemos. De lo contrario quedará, a la vista, como una patada en los huevos ¿Entiendes, luz de mis ojos?".
"¡Pero que importa eso! ¡Cualquier cosa! Uno con cajones ¡Yo quiero un mueble! ¡Yo me voy a comprar un mueble!" decía finalmente ella inflando los cachetes y frunciendo el ceño.
Y así, esta situación se mantuvo durante un buen tiempo.
Ella insistiendo en comprarse "cualquier cosa con cajones" y yo intentando hacerle comprender que, si bien no íbamos a encontrar una cómoda accesoria (Porque un mueble con cajones para dormitorio se llama "cómoda"), exactamente del mismo estilo que nuestro juego de dormitorio (El cual, debo reconocerlo, no es muy combinable debido a que fue adquirido hace mas de una década, cuando éramos jóvenes y la decoración mucho mucho nos nos importaba), había que procurar encontrar algo que, al menos, no desentonara demasiado.
Así, cada vez que salíamos y de casualidad pasábamos por una mueblería, la escena se repetía. Ella se pegaba a la vidriera intentado divisar cualquier cosa que tuviera cajones y exclamaba "¡¡Ese!!" ,y yo resoplando le respondía "No. No pega. No tiene nada que ver. Va a quedar como el orto".
Entonces ella refunfuñaba, ponía trompa y murmuraba por lo bajo "Yomevoyacomprarunmuebleigual", y no nos volvíamos a hablar por unas cuantas cuadras.
Esto siguió así hasta que un día, hará como dos meses atrás, y pasando por una mueblería con pinta de ser muy moderna y paqueta (Lo cual inevitablemente me hacía sospechar que sus precios podrían provocarme un peligroso preinfarto ), vimos una cómoda de cuatro cajones que parecía adecuarse a lo que aparentemente estábamos necesitando con tanta urgencia, con la salvedad de que era de color blanco y líneas muy rectas.
"¡Esa me encanta!" exclamó mi querida con peligroso entusiasmo.
"Mmmse, si fuera negra … Y si no fuera tan recta …. Y si no fuera porque no pega con nuestros muebles que son de bordes redondeados… Y..." dije yo mientras amagaba a seguir caminando y preparaba mis ya bien sabidos argumentos de "por qué no lo vamos a comprar".
Lamentablemente no llegué a exponerlos del todo dado que, de repente, me di cuenta de que a mi lado ya no había nadie y estaba hablando solo.
Me di vuelta y alcancé a ver, casi con terror, que la puerta de la mueblería se cerraba detrás de mi mujer que ya había ingresado al local con aires de estar muy decidida.
Si hubiera sido una película, ese hubiera sido el momento en el que la escena pasa a ser en cámara lenta y yo intento detenerla gritando "¡¡NOOOOOOOOOOOOoooooooooooo!!.
Pero por desgracia, no era una película.
Ya era tarde.
Para cuando llegué a su lado ya se había acercado un vendedor, y ella ya lo estaba interrogando mientras señalaba el mueble con su inapelable dedo índice.
Y la experiencia me enseñó que cada vez que ella señala algo con su dedo, significa que, inevitablemente, a mí me van a doler los bolsillos.
Y así fue.
Resultó que la mueblería podía conseguirnos ese modelo de cómoda en color negro y que, según el "vendedor", como eran fabricantes, además hasta podían hacerle algunos retoques cosa de que quedara mas combinable con nuestros muebles.
En ese momento los ojos de mi mujer se llenaron de alegría, y mis bolsillos se llenaron de lágrimas.
"¿Y cuanto saldría?" preguntó ella.
El vendedor nos dijo el precio y, como yo medio perdí la conciencia por la impresión, le dio todos los datos a mi mujer, y nos fuimos.
"A mi me gusta" espetó ella muy contenta en cuanto pusimos un pie en la vereda.
"Pero no pega. Es muy cuadrado. Va a quedar como el culo" insistí yo.
"¡Yo lo quiero. Además es mejor que tener esas cajas ahí tiradas. Es una mugre eso!" siguió ya con cara de empacada.
"A mi me parece que va a quedar mal. Además por ese precio…"
"¡¡No me importa!! Ya que no nos fuimos a ningún lado en las vacaciones podemos invertir la plata en eso. A mi me gusta" repetía ella con los cachetes inflados y con un tono de voz que me indicaba que esta vez no iba a claudicar.
"Bueeeeno, si vos querés lo compramos" le dije en un suspiro.
Fuimos a mi casa, tomamos las medidas en base al escueto esquema que nos había proporcionado el "vendedor" y, como el destino de verdad me odia, el espacio parecía ser el adecuado.
Nada parecía impedir que ese armatoste pasara a formar parte de nuestro mobiliario.
Sin embargo, hice un último intento.
"Mirá" le dije "Va a ir acá. Tratá de visualizarlo en tu mente. Fijate como quedaría al lado de nuestra cómoda. Va a ser hasta acá de alto (se lo señalé con la mano) y como hasta acá de ancho ¿En serio te parece que va a quedar bien?"
"Si. A mi me gusta" respondió ella sin siquiera pensarlo, y mucho menos realizando el ejercicio de visualización que le había propuesto.
"Bue, listo. Si vos decís" dije con un aire de resignación. Después de todo era una batalla perdida. Y ya estoy acostumbrado.
Una semana después, fuimos a hacer la reserva.
Nos atiende un rengo que no tenía ni la mas pálida idea de lo que habíamos arreglado con el otro supuesto "vendedor", el cual resultó ser simplemente uno de los pibes que sube y baja los muebles del camión que los reparte y que, vaya uno a saber por qué, el día que fuimos nosotros quiso experimentar la vertiginosa vida de los vendedores tomando el lugar de uno de ellos.
Por este motivo hubo que renegociar casi todo de nuevo con este vendedor, aclarar algunas cosas, asegurarnos que el precio fuera el convenido y demás detalles que, creía yo, ya estaban superados.
Uno de los puntos de discusión fue el "retocado" del mueble en cuestión para adecuarlo mas o menos al estilo de los que ya teníamos, algo que el anterior "vendedor" nos había asegurado que se realizaría sin problemas y por el mismo precio, pero que ahora parecía ser algo imposible de hacer.
"O sea, se podría hacer, pero eso ya es otro precio" me dijo el rengo muy orondo.
Minutos después, cuando recuperé la conciencia (Porque esta vez directamente me desmayé), y evaluando la situación rápidamente, llegué a la conclusión que, de dejarme llevar por mi primer impulso (El cual me ordenaba salir de allí pateando cosas y gritándole al rengo que se meta el mueble bien en el orto), después tendría que soportar los quejidos, rezongos, reproches, y hasta pucheros de la quetejedi durante años, con el agregado además de un dramático "Claro, al final acá yo no puedo decidir nada", por lo cual y en nombre del mal menor, no tuve mas opción que tomar, quizás, la peor de las decisiones.
"Bueno, lo llevamos así nomás entonces" dije medio caliente.
Y ahí nomás, minutos después, con dolor, con mucho dolor, le estaba entregando al rengo la mitad del importe convenido. En efectivo.
Y por dentro ... lloré.
Eso fue hace dos meses.
Hace unas semanas nos llamaron para comunicarnos que nuestra cómoda ya estaba lista, y que podíamos pasar a pagar el saldo y a confirmar el día de la entrega.
Quedamos en que la llevaran ayer por la mañana.
A eso de las 10 a.m. recibo un mensaje de texto en mi celular. Era mi mujer.
"Tenías razón. Queda como el orto. Perdón" decía.
Cuando volví a mi hogar y entré en la habitación, lo vi, ahí en el rincón, al lado de la cómoda. Nuestro nuevo mueble.
Inmenso. Guarango. Cuadradísimo en un ambiente de muebles de bordes redondeados.
Una verdadera patada en los huevos al buen gusto.
Pero mi mujercita estaba ahí, contenta con sus cajones.
"Bueno, no queda tan mal. Si lo mirás muchas veces te acostumbrás" me dice con una sonrisa casi infantil.
Pienso en decirle algo, pero sería en vano.
Y además, por la calle pasa un carro…
Hablemos de aborto, dale
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¿En serio quieren discutir el aborto legal? ¿En serio todavía creen que a
esta altura del partido todavía se puede “discutir” sobre el tema?
OK. Discutamos...
Hace 6 años.
5 comentarios:
Pero el carro, ¿era cuadrado o redondeado?
Porque no es lo mismo, ojo.
Salute Renegau..! paso a saludarlo rapidito y a comentarle que allá en la 105 y 3 gesselinas, había un local que vendía remeras con frases en castellano. ¿Adivina qué? Siiiii...! había una en la vidriera que decía "Esquivando el Exito". ¿Qué me contursi?!
Cariños arenosos de recién llegada.
Pura lógica femenina.
Lo felicito por su mujercita.
Así se hacen las cosas.
Y además tiene razón.
Si uno lo mira muchas veces se acostumbra.
Besos
PD: si la hubiera llevado en mateo esto no pasaba.
The Bug: No sé. Lo único que sé, es que aparentemente siempre pasa en el momento en el que yo trato infructuosamente de hacerle entender algo a mi mujer.
Diosita: Y yo acá sin recibir un mango. Que lo parió.
Supongo que se habrá comprado una para Ud. y me habrá traído una de regalo ¿No?. ¡¡¿¿NO??!!
Cerriwden: La lógica femenina es algo que jamás voy a terminar de comprender.
Y no tiene razón. Yo lo miré bastante y la verdad es que todavía no me acostumbro.
P.D.: JAJAJAJAJA pero que inocente que es Ud.. Esto hubiera pasado igual aún si la hubera llevado en mateo hasta Usuahia.
¡ja-ja-ja! ¡Que Dios me conserve la vista! Hasta que leí "cómoda" pensaba: "y ¿Cómo será un mueble con COJONES?" sera para "enfrentar" a las cajas tiradas por el suelo, dije yo ja-ja (me parece que es medio españo-mexicano eso de los cojones ¿No?)
Bueno, en cuanto al mueble...¡pero que ruido, que carros estos! Saludos.
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