martes, 24 de julio de 2007

100 años de perdón

(Tiempo estimado de lectura: un rato largo. Dejen de quejarse y empiecen de una vez)

No hace mucho les relataba con mi inigualable gracia literaria, lo mucho que me molesta tener que hacer compras de todo tipo, y lo espectacularmente nabo que soy en mi rol de cliente ¿Recuerdan? ¿Ah no? Bueno. Háganse ver porque fue hace poco, puede que tengan algún problemita en la cabeza.
Aunque, quizás, el motivo por el cual no lo recuerden, es que lo que yo escribo no importa. Claro. Total. Escribo yo y pasa un carro. Es lo mismo. Bueno. No me importa. Ya van a venir con el caballo cansado.
Y no; ni piensen que les voy a poner un link. Si ahora les interesa el artículo al que hice referencia, búsquenlo ustedes, está por acá nomás abajito, y sino ahí en los links del costadito.
De paso miran un poco las cosas que pongo, votan en la encuesta y aprecian un poco mi ingenio y esfuerzo ¿O se piensan que esto es joda? ¡Atorrantes!
Que barbaridad che… Esta juventud de ahora …
En fin..., retomando el tema este de las compras, y para demostrar que con voluntad, decisión y un carisma apabullante (Esto último es solo una cualidad mía, no todos la tienen, pero no se desanimen), se pueden vencer las limitaciones y corregir las falencias, procederé a contar algo que sucediome el día sábado, cuando tomé la audaz decisión de comprarme un mueble (Si; como lo leen … Sé que para alguien como yo suena a suicidio financiero, pero no…).
Antes que nada, quisiera aclarar que esto no deberá ser, de ninguna manera, tomado como ejemplo, ni es algo de lo que me sienta orgulloso (Bueno … un poquito si), sino que debe interpretarse como un gran avance en el tratamiento de mi grave tendencia a ser sistemáticamente cagado por los vendedores.
O sea, en el fondo, muy muy muy en el fondo, fue por una buena causa.
Y además, creo que fue justo. Eso lo dejo a su juicio, el cual, asumo, será absolutamente imparcial y objetivo (Y sino, hay efectivo. Acá tengo cinco pesitos que buscan dueño).
Bien, he aquí la situación.
Tengo en mi casa pocos muebles, y muchos adornos, portaretratos, libros, mas adornos, y demás boludeces que quedarían muy lindas si tuvieran un sitio donde lucirse, en lugar de estar todas amontonadas en el mismo lugar.
Por ello, y teniendo en cuenta que en cualquier momento la inflación se va a la mierda y el país se cae a pedazos, con mi esposa nos decidimos a hacer una pequeña inversión, y adquirir un mueble. De preferencia, uno así tipo modular, con estantes, de esos para llenar con las mencionadas boludeces, pero bien acomodaditas y prolijas.
Con eso en mente, el sábado a la mañana, comenzamos a recorrer mueblerías (En realidad vidrieras de mueblerías, porque primero cogoteábamos a ver si había muebles que mas o menos pegaran con los que ya tenemos, y sino ni entrábamos).
Así, llegamos a una donde parecía haber lo que estábamos buscando, de modo que me tomé un tranquilizante (para no colapsar al oír los exorbitantes precios), me encomendé a los dioses, tomé aire, y entré (detrás de mi mujer que como no tiene tanto empacho a la hora de gastar plata, ya estaba adentro).
Nos atiende una señora medio parecida a una tortuga pero muy amable, que aparentemente era una dueña.
Un poco mas atrás, de manos en los bolsillos, y con una temible cara de ojete, había un señor que asumo era el otro dueño y esposo de la señora tortuga.
Le explicamos mas o menos lo que estábamos buscando, y la señora, siempre amablemente, nos invita a subir al primer piso donde tal vez tenía lo que queríamos.
Subimos los tres, y nos muestra un mueblecito mas o menos gauchito. Línea medio clásica, color roble oscuro, con cajones de manijas doradas y todo.

- Esta es una pieza única – nos dice la señora con cara de "Mirá lo que te estoy vendiendo papá" – Es precioso – Insistió.
- Msse .. ¿Y cuanto vale? – pregunté no muy convencido.
- Este te sale $ 485 – dice la señora con un brillo en sus ojos Es una pieza única – vuelve a decir.

Medio ya con la presión baja (por lo del precio), le pregunto si no tiene algún otro porque ese mucho mucho no nos gustó (En realidad iba a quedar como el culo en mi casa).
Nos lleva hacia un rincón medio oculto del salón, y nos muestra otro.
Este era un mueble hecho en madera de roble pero tallada, simulando caña de bambú. O sea, así a golpe de vista tenía toda la onda de un mueble de caña pero bien bien gruesa y maciza. Contaba con cinco amplios estantes de vidrio, en un diseño muy moderno. Realmente precioso (Y dado que intento dar un aire "oriental" a la decoración de mi casa, además iba a quedar prefecto).

- ¿Y este cuanto vale? – le pregunto a la tortuga, no sin algo de temor por lo que podría escuchar.
- Ay … Este no sé … A ver … Vamos abajo que te averiguo.

Bajamos los tres. La señora primero, bastante adelante, casi al trote, muy entusiasmada creyendo que había cerrado una venta segura al ver nuestras caras de ilusión con el mueble que nos había mostrado.

La escucho decir - ¿¿Cuánto está el mueble ese tipo caña con estantes de vidrio??
- Seiscientos cuarenta y cinco
– se escucha exclamar de inmediato al viejo, de muy mala gana.
- Seiscientos cuarenta y cinco pesos – nos repite la señora con amplia sonrisa - ¿Pagan en efectivo? – nos pregunta supongo que en broma.

Luego de recuperarme del desmayo (porque este era mas caro todavía), nos reímos alevosamente en su cara y le decimos que no, que sería con tarjeta y en tres pagos.
Ya sin sonreír tanto (No se que se pensaría la señora. Uno no es Rockefeller para andar con esa fortuna encima), nos dice que está bien.
Lamentablemente, como se suponía que íbamos solamente a "averiguar precios", y suelo tomarme todo literalmente, yo no llevé encima la tarjeta de crédito, así que luego de soportar las miradas homicidas y la artillería de reproches en voz muy baja de mi mujer, le dije a la señora que a la tarde pasábamos nuevamente.

- Bueno, pero mirá que hoy está pero por ahí ya para la tarde alguien viene y se lo lleva eh. Esto es así – dice la señora en un último y burdo intento por presionarme, seguramente viendo mi cara de pancho.
- Bueno, está bien – le contesto yo mientras voy saliendo del local (Y conquistando mi primer triunfo al no ceder ante la presión psicológica).

Pasaron las horas, escuché reproches, fuimos al cine, escuché reproches, fuimos hasta mi casa a buscar la tarjeta, escuché reproches, hasta que se hizo la tarde y volvimos a la mueblería como habíamos dicho.
Esta vez nos atiende el señor (supongo que porque estaba solo y otra no le quedaba), que seguía de manos en los bolsillos y con una cara de ojete mucho mas acentuada que a la mañana.

- Buenas tardes – le dice mi esposa – Nosotros habíamos visto un mueble con estantes esta mañana.
- ¿Cuál?
– dice el viejo de muy mala manera.
- Uno de roble que simula caña. Está arriba – le dije yo.

El viejo me mira como con odio.

- A ver. Subí y mostrameló – me ordena.

Subimos los tres. Le muestro el objeto en cuestión.

- Es este – le digo señalándoselo muy contento.
- ¿Cuánto te dijeron que vale? ¿Novecientos? – me increpa el horrible viejo.
- ¿¡¿¡Novecientos!?!? – le respondo casi al borde del infarto de miocardio seguido de convulsiones y pérdida del conocimiento.
- Y si. Acá, de madera solamente, tenés mas de mil pesos – me dice con muy mala onda. (¿¿Mil pesos de madera?? ¡¡Pero si son todos palos viejo chorro!!)
- No, no, no – interviene mi sorprendida esposa - Nos dijeron mas o menos seiscientos, seiscientos y algo…
- No
– dice el viejo – Se habrán equivocado. Esto no vale eso.

(Les recuerdo, por si alguno ya se perdió, que la señora tortuga fue a este mismo señor a quien le preguntó a la mañana el valor del mueble, y él fue quien le dijo la cifra de Seiscientos cuarenta y cinco.
Además si fuera cierto que el mueble tiene mas de mil pesos en madera ¿Cómo es que lo vende a novecientos? ¿Eh? ¿De bueno que es?).


- Bueno, esta mañana nos dijeron eso – le digo ya de mala manera yo también.
- Bueno, te habrán dicho mal – rezonga el viejo - ¿Quién te atendió?
- La señora – le contesto medio caliente – También trabaja acá ¿no?.
- ¿Vas a pagar en efectivo? - arriesga el delincuente.
- No, con tarjeta - le respondo ya bastante mal.
- Bue – dice el viejo resoplando y meneando la cabeza – Vení, a ver que hacemo’ …

Bajamos otra vez, ya todos con pésima onda (Yo en realidad con ganas de partirle una silla en la cabeza por viejo garca).
El viejo se ubica detrás del escritorio.

- A ver. Dame la tarjeta – me ordena.
- ¿¿Qué?? ¡No! – le digo con la mano en la billetera pero sin desenfundarla – Primero dígame cuanto va a valer el mueble; en cuanto lo hacemos. (Está bien que tengo cara de nabo pero no se abuse señor).
- ¿Cuánto te dijeron? – vuelve a preguntarme el viejo del orto, creyendo que tal vez en el ínterin yo ya me había olvidado que me quiso cagar en trescientos mangos.
- Seiscientos – le digo con absoluta seguridad y sin que se me mueva una pestaña (Y sabiendo que le estaba cagando olímpicamente cuarenta y cinco pesos).
- Y bueno, serán seiscientos entonces – refunfuñó el viejo mientras sacaba el talón de facturas - ¿En un pago o en dos?.
- ¡¡NO!! ¡¡Con la señora habíamos arreglado en 3 pagos!!
– le respondo ya muy caliente (Y recordando, además, que eso también se lo había consultado a él la señora).
- Bue – dice el viejo – Ta bien…

Y todo podría haber terminado ahí. Pero no fue así.
Como si todo aquello no hubiera sido ya lo suficientemente molesto, mientras cerrábamos la operación, tuvimos otra agria discusión mas acerca de la entrega.
Aparentemente para que la mueblería se hiciera cargo del flete tenía que haber Luna Creciente, Venus y Saturno debían estar en cuadratura, el Sol debía estar en casa 4 de Aries, la temperatura debía ser de 22 Cº y la humedad del 75%, con cielo despejado, de lo contrario lo tenía que pagar yo.
Obviamente que decidí pagarlo (Total lo iba a hacer con los $ 45 que me ahorré de la compra del mueble) ya que de esa manera el horario lo iba a disponer yo, y el señor podría ir a lavarse bien el ojete con sus tramposas condiciones de entrega.

Sinceramente si no fuera que nos quedamos re calientes con el mueblecito (que está hermoso) ni bien lo vimos, le hubiera dicho al viejo ladrón ese que se lo metiera, palo por palo, allí donde no le da el sol.
Al final parecía que nos estaba haciendo un favor en lugar de vendernos algo.
Por todo esto, es que le deseo a ese mal llevado y dehonesto señor una pronta e irrecuperable quiebra, asegurándole, obviamente, que ahí no compraré nunca mas ni una mugrienta banquetita.

Para finalizar, en pocas palabras: el viejo deshonesto me quiso cagar y lo terminé cagando yo, el flete me salió re barato, y el mueble ya está adornando en mi dulce hogar.

Y si, puede que no haya sido del todo honesto, pero él empezó.

Hoy puedo decir con gran orgullo que esta batalla..., la gané yo.

JA!

10 comentarios:

Galgo dijo...

¡Impresionante recuperación!

Si yo fuera su psiquiatra le daría el alta ya mismo.

Saludos!

Bugman dijo...

Este...no es para deprimirlo, oiga, mire que usted me cae la mar de simpático, hasta podria decirle que le tengo un cierto afecto, pero...acá a la vuelta de casa venden muebles como esos a 250 pesos...pero no se me ponga mal seguro que ese que compró usted es mucho mejor, auqnue el tipo me dijo que los hacen en serie y son todos iguales...no, debe ser otro mueble de roble tallado que simula caña. Una casualidad. No me haga caso.

Faby dijo...

Buenísimo! Congratulations! Bravíssimo! Vió q Ud. no es un caso perdido? :D
Si quiere le mando a algunos de mis pasajeros clientes para que le den clase de cómo regatear precios también :)
Besosssssssssssss

Renegado dijo...

Invisible: Gracias. Pero yo no voy al psiquiatra. Una vez fui y me dijo que tenía complejo de superioridad y que él me iba a ayudar. Obvio que no fui mas ¡Mirá si ese insignificante energúmeno me va a decir A MI, lo que tengo que hacer! Por favor ...
Saludos

Bugman: Usted, Sr., es muy cruel. Eso no se hace.
Saludos igual.

Faby: No estaría mal. Regatear si es algo que nunca pude hacer. Me da verguenza. Me parece que queda muy de muerto de hambre (no es que no lo sea, pero las apariencias ante todo).
Besos.

Calio dijo...

Me alegro mucho! el viejo ese tendrá alzehimer? de cualquier forma ud lo recag... digo, superó su mala suerte ;-)

Una vez que gane!! eso da esperanzas...

besos

pd: pero cómo se va a olvidar la tarjeta!!!! :O

Renegado dijo...

Calìope: No, no tenía alzehimer. Me quiso cagar. Es así de simple.
Viejo garca.
Y no me olvide la tarjeta. No la llevé porque se suponía que solo saldríamos a "averiguar precios" ¿Por que nadie me entiende? :S
Besos.

Calio dijo...

"Averiguar precios"?

JA JA JA JAAAAAAAA

novatossssss...

;-)

Besitos

MM dijo...

Te mando al chino piromaníaco si querés.

Ama las mueblerías.

Renegado dijo...

Calíope: Ay, bueno ... Perrrdón experta en adquisición de mobiliario.

>:P

Besos.

Groncho: Si lo podés sacar del Borda, mandalo nomás (y de paso decile si antes de quemar todo me puede rescatar un rinconero de roble muy lindo que vi y no pude comprar. Gracias.).
Saludos.

Anónimo dijo...

¡Lo sabía, lo sabía! Eres un santo y un mártir; ahora me explico esa gracia, ese donaire para escribir, solo un hombre casado puede expresar tan cabalmente la alegría de vivir y sobrevivir. Te felicito nuevamente.(¿es necesario aclarar que me hice adicto y voy leyendo de adelante pa´tras? bah, si llegas a leer mis comentarios , digo.)